lunes, 6 de junio de 2011

Impunidad y corrupción

El problema de este país, y perdonenme por insistir, y de su gente, es la tendencia -casi patológica- a utilizar la ley como marco de referencia para hacer precisamente eso que la ley prohíbe.

La gran mayoría de la gente se ha pasado un alto, le ha pagado al "viene viene" para que le cuide su auto, se ha metido en una fila; así podemos pasar de "simples" infracciones a reglamentos, a cuestiones más graves que pueden ir desde el soborno a un funcionario o policía hasta la comisión de delitos que pueden caer incluso, en el tipo penal.

En la Universidad mucho discutimos del grado de responsabilidad que corresponde a los ciudadanos y aquella que recae en las autoridades. En lo personal, me parece que, si bien somos los ciudadanos los que también cometemos esas, por decirlo suavemente, faltas, es una responsabilidad de las autoridades actuar estrictamente conforme a derecho, lo que necesariamente apuntala la misma autoridad que representan. De hecho, un principio básico del derecho, y, en este caso, de la convivencia social, es el que señala que la autoridad sólo puede hacer aquello que la ley le permite, dejando en contrario, a los ciudadanos, hacer todo aquello que no nos está prohibido.

Con esto quiero llegar a dos puntos, el primero tiene que ver con las autoridades como responsables directas del caos institucional en el que vivimos y que se encuentra acompañado de una ausencia total del estado de derecho, y el segundo con la hipocresía de la sociedad en general, pero de aquella que tiene los medios para influir en el ánimo, comportamiento y opinión de la "masa".

El Estado es un fenómeno jurídico y político, se configura (formalmente) a partir de una constitución política (que puede ser escrita o no) que se convierte en la base jurídica a partir de la cual se desprenderán aquellas instituciones y normas que regularán su funcionamiento y su relación con los gobernados. Si bien están delimitadas las funciones de cada uno de sus órganos, el Estado sigue siendo indivisible, por eso la misma constitución establece la forma en que se van a relacionar éstos entre sí, dejando un margen muy amplio para que algunas decisiones puedan alinearse a los intereses del Estado y puedan ser revestidas con argumentos jurídicos que las doten de legalidad. Pero nada más.

Si la Constitución o las leyes que de ella emanan, prohíben expresamente algo a una institución, funcionario y/o ciudadano, la comisión de una acción en contra de está disposición puede configurar una falta o un delito que amerite una sación y no hay jurisprudencia alguna (no debiera haber) o acto administrativo que pueda revertir este hecho, amén del hecho de que tanto la democracia (a la que tanto aspiramos) como el llamado estado de derecho son vulnerados y se presenta un alto grado de incertidumbre entre la pobación, ya que a una autoridad que no es capaz de respetar sus propias leyes ciñendo su comportamiento y ajustando sus planes y decisiones a éstas, sólo lo separa del autoritarismo una línea muy delgada.

Por eso he criticado y mostrado abiertamente mi rechazo a la política de terror instaurada por este gobierno, y por supuesto a la participación de las fuerzas armadas en funciones de policía, pues no tienen fundamento legal alguno y más pareciera que se trata de amedrentar a la población y tener las tropas desplegadas en caso de una revuelta social.

Pero no es el único caso, en este país hemos pasado de un régimen autoritario de partido único a uno donde la democracia es sólo una simulación, y no sólo el gobierno sino la clase política en general busca, solapa y fomenta la violación sistemática de la ley, la impunidad, pues.

Está el caso de los mineros de Pasta de Conchos; el caso de los niños de la guarderia ABC; el caso de la Ley Federal del Trabajo (este caso es ejemplifica perfectamente lo que sucede: se viola la ley y se propone una reforma que haga legal lo que no lo es en vez de hacer cumplir la legislación actual); la reforma energética y los participación de particulares en áreas exclusivas del Estado; el caso de la industria eléctrica y un largo etcétera.

Mientras tanto -y aquí entro con el segundo punto- vemos campañas de los particulares (por ejemplo el Consejo Nacional de la Comunicación) intentando combatir la cultura de la corrupción... sólo mientras no afecte sus intereses y a nivel de la masa popular, pues lo mismo los vemos con representantes suyos incrustados en los órganos de gobierno, como callando y defendiendo las faltas de los funcionarios de alto nivel. Tal es el caso de affair García Luna, el encargado de la policía que combate al crimen organizado, quien recibió una condecoración del gobierno colombiano sin haber solicitado la autorización del Senado de la República, tal y como lo mandata nuestra Constitución, sopena de perder la ciudadanía.

Vemos en el ejemplo una clara violación a la norma constitucional, básica, por parte de un funcionario de primer nivel, y el silencio de aquellos que nos piden que a los corruptos, rateros, asesinos, etcétera, los llamemos por su nombre, así como una defensa a ultranza de los medios y comunicadores que, por intereses muy fuertes, son incapaces de decir las cosas como sus jefes piden; es el caso de lo mucho que se ha hablado al respecto de este ejemplo, y he escuchado y leido burlarse de la Constitución diciendo que la medida por el incumplimiento del trámite, es anacrónica, al mismo tiempo que muestran su ignorancia al confundir nacionalidad con ciudadanía. Esos son "nuestros líderes de opinión".

¿Esas son las autoridades que merecemos? ¿Qué podemos esperar si el funcionario encargado de la operación de la lucha contra el crimen organizado -la cual está fuera de la legalidad- no es capaz de respetar la disposición constitucional de un simple trámite administrativo? ¿Qué autoridad moral puede tener el gobierno -y toda la clase política- para demandar el cumplimiento de la ley? ¿De verdad tenemos las autoridades y los medios de comunicación y la sociedad que merecemos?

---Alexred---

P.S. Ya lo he escrito aquí: Cuando un grupo llega al poder su primer objetivo es no perderlo, y estos ya se saben el camino, comienza pues el estiercolero con rumbo al 2012, sólo no olviden que quien escupe para arriba...