jueves, 18 de agosto de 2011

...esta guerra yo no la pedí...

En el año de 2006 el país entero fue testigo/víctima de la violencia generada por la lucha en el poder. Ya se habían presentado intentos, como en 1994 donde si bien, la violencia fue entre la clase política, también se amedrentó a la sociedad. La diferencia estribó en que en está última ocasión se buscó acabar -no en sentido literal como en 1994- con el adversario sin importar la fractura de la sociedad, la cual se polarizó como hacía muchas décadas no lo hacía, en dos bandos perfectamente idetificables, basta ver el cuadro del IFE con los muy controvertidos e impugnados resultados de la elección presidencial de ese año.

Pues bien, una vez hechos del poder, el grupo que se dice gobierna este país, en lugar de iniciar un proceso de recomposición social nacional, se dio a la tarea de de hacer más profunda esa división y fue todavía más lejos, pues al sacar al ejército a las calles con el pretexto de entablar una supuesta guerra contra el narcotráfico en la búsqueda de la legitimidad que fue incapaz de obtener en las urnas, en realidad lo que hizo fue establecer un cerco militar de contención social el cual estaría completado una vez aprobada la Ley de Seguridad Nacional.

La mejor manera de combatir al crimen organizado de manera eficiente por un lado, es a través de acciones concretas y efectivas en contra de las finanzas derivadas del negocio ilícito y del lavado de dinero que es dondé se reproduce, la segunda es el combate efectivo a la corrupción, en donde se persigue efectivamente a los funcionarios y políticos ligados a cualquier tipo de actividad ilegal; por otra parte, también tienen que existir políticas públicas tendientes a reducir la desigualdad social, no se habla de políticas asistencialistas que no generan más que clientelismo y fugas en el presupuesto, sino verdaderas acciones que fortalezcan la economía familiar, el ingreso per cápita, a través de la creación de empleos, mejoras al salario, oportunidades de desarrollo para su población en general, pero particularmente a la juventud  através de la educación, el deporte, la salud; también se necesita administrar los recursos públicos de tal manera que generen y fortalezcan el mercado interno. A nadie le conviene un pueblo con carencias, hambre y su juventud frustrada e inconforme a merced de los grupos criminales. 

Por el contrario, tal pareciera que ante la ineficiencia del actual "gobierno" lo mejor es apostar al olvido a través de la política de terror. Porque en realidad la "guerra" se está perdiendo, los pobres siguen aumentado, los ricos lo son más, no existen cifras que demuestren un crecimiento exponencial de los consumidores de droga en el país como sí lo hace la violencia y las muertes ligadas al crimen organizado, hemos perdido liderazgo en el mundo, y nuestra economía ha sido de las que peor se han desempeñado en el continente, se siguen perdiendo empleos y los que se crean son de muy baja calidad o incrustados en la informalidad, el ingreso pierde cada día su poder adquisitivo, hay zonas extensas en el país que el gobierno no controla, ya no es seguro circular por las carreteras, en muchas ciudades se hace más difícil salir, ya no a divertirse solamente, a cualquier hora, la corrupción gubernamental no para, los recursos derivados del crimen organizado -que además son en dólares- son una de las cuatro patas en que se sostiene la economía y por si no fuera suficiente, se ha tenido que recurrir al auxilio de gobiernos extranjeros para que vengan ha realizar el trabajo que el nacional no puede hacer.

Todo está saliendo mal.

Ninguna sociedad avanzada puede aceptar que el ejército se encuentre de manera permanente en las calles, haciendo las labores que están encomendadas a los civiles, y nosotros pareciera que no lo somos, porque no solo lo estamos aceptando, sino además no estamos acostumbrando. Hóy día, hay ciudades/comunidades enteras que claman por la presencia del ejército para que los ayude. Eso es como si yo mandara golpear a alguien de tal forma que terminara en el hospital, y una vez ahí, recibiera una visita mía para saber que fue lo que le ocurrió y yo, con el poder para ayudarle, no sólo le ofrezco protección, sino que además encuentro a sus atacantes y los meto a la cárcel -o los mato-, convirtiéndome así en su héroe y en el único ser humano en el que puede confiar.

Perdón pero no puedo aceptar eso. Aun cuando sé perfectamente que muchos de los problemas que ahora tenemos se gestaron cuando la presidencia era ocupada por el PRI, hemos llegado a éste momento por la impericia, ineficacia, tosudez e ineficiencia del gobierno en turno. Al final, consciente que soy de que hay que erradicar la corrupción y el Estado tiene la obligación legal - y hasta moral- de proteger a sus ciudadanos aun de ellos mismos, esta guerra yo no la pedí.

Así, es evidente que la estrategia es que no la hay, y además, la consigna pareciera ser que hay que reprimir al pueblo que no votó por este grupúsculo aunque en el camino se lleve entre las patas a lo poderosos intereses que lo apoyaron, haciendo que sucediera todo aquello que se supone pasaría con la llegada de López Obrador a la presidencia en el 2006 ¿Se acuerdan del cuento ese del "peligro para México"?

Hoy, mientras Calderón se organiza un show con un grupo "plural de ciudadanos" al que ha denominado "Diálogos por México", en el que sólo le formulan preguntas a modo y para su lucimiento, amén de que el cree seguramente que lo hacen ver como un gobernante democrático, el páís sigue dividido, y con una violencia alarmante que cada vez se acerca más a la ciudad sede de los poderes locales, carente de un liderazgo institucional sólido y con profundos problemas estructurales que impiden esté a la altura para enfrentar los retos y necesidades que plantea la competencia internacional.

En este contexto se desarrollarán las elecciones federales de 2012 y nadie puede asegurar que ahora las campañas serán diferentes en cuanto a contenido... y resultados.

---Alexred---

¡Qué tal el secretario de Hacienda nomeacuerdocomosellama! Ahora no sólo quiere que recordemos su nombre, sino que ya oficialmente dijo que quiere ser presidente. Son de las ventajas de ser amigo cercano de Calderón y no tener más mérito. Frivolidad pura.

lunes, 1 de agosto de 2011

La fórmula Juárez "Justicia y gracia".

En el mundo de la política -la académica y la real- y en el del derecho, se suele hablar de la frase atribuida a Benito Juárez que dice "A los amigos justicia y gracia, a los enemigos justicia a secas".

Si bien la frase seguro responde a una necesidad de la época la cual no voy a discutir ahora -a pesar, incluso de mi consideración acerca de la importancia del contexto- , a la luz del tiempo, estoy cierto que no podría ser menos afortunada, pues es motivo de atropellos y distingos que se supone, ninguna autoridad debería tener para nadie.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua define a la gracia, en la acepción a la que nos referimos, como:
  1. Don o favor que se hace sin merecimiento particular; concesión gratuita.
  2. Perdón o indulto de pena que concede el poder competente.
Existe, en el caso de la segunda acepción, la facultad que tiene el Ejecutivo para indultar a uno o varios individuos del castigo que por violar la ley se hayan hecho acreedores, pudiendo pasar o no por el veredicto de un tribunal competente, como por ejemplo, una amnístía a guerrilleros, o en un caso extremo pero también real, el indulto a la pena de muerte, cuya pena puede ser conmutada; recuerdo rápidamente, el caso de unos militares en el sexenio de Fox que fueron condenados por un tribunal militar con una sentencia que ordenaba su ejecución de acuerdo con las leyes castrenses, que recibieron el indulto del entonces presidente y su castigo fue cambiado por otro

Pero también existe esa visión muy arraigada en el grueso de la sociedad, en la que tener amigos "influyentes" puede ser sinónimo de búsqueda de impunidad o de acceso a favores especiales que permitan lograr desde una aparentemente inofensiva simplificación de algún trámite administrativo, hasta acciones para lograr una sentencia favorable, un contrato o en casos más graves, perjudicar de manera permanente a un adversario o enemigo.

En cualquiera de los casos, la gracia entendida como favor personal atenta contra cualquier concepto de justicia del que podamos hablar, y más allá, es generadora de corrupción, lo que necesariamente rompe con el tejido social ya que, al basar los valores en la cultura del favor por encima de la de la ley se atenta contra el desarrollo de la misma, pues una sociedad que no es capaz de generar el respeto por el estado de derecho, está condenada a fracasar, debido a que este vicio establece desigualdades de origen que incluso van en contra de la conformación del mismo Estado occidental, burgués y liberal que se estableció a partir de la revolución francesa basado en la igualdad jurídica (y que actualmente ya está rebasado, así de mal estamos). 

Esta reflexión viene a cuento, a propósito de dos cosas; primero, la reiterada tesis aquí planteada acerca de que somos una sociedad en general corrupta, lo cual hay que modificar; y la segunda, porque ante el estado en el que se encuentra el país, es urgente un cambio de rumbo, de estrategia, que nos generen resultados diferentes a los que actualmente se tienen en la mayoría de los rubros.

En el contexto en el que nos encontramos, de violencia y de lucha férrea por el poder político en la antesala de la elección presidencial, el ambiente político se encuentra particularmente agitado por fuerzas que buscan posicionar a tal o cual opción (tan sólo ayer en el D.F. fue lanzada la plataforma política que busca impulsar al jefe de Gobierno de la Capital a la candidatura presidencial de la izquierda), y en ninguna de ellas (incluida la de ayer) se habla, ya no digamos de una restructuración del orden jurídico, sino del hacer respetar las leyes que ahora existen, la resturcturación pues, del estado de derecho, en donde las insituciones cumplan con sus obligaciones y los funcionarios hagan su trabajo en el marco de la legalidad, combatiendo todo tipo de corrupción, y no favoreciendo como ahora lo hacen, a determinados grupos factuales de poder en detrimento del grueso de la población a la que permiten cometer actos de corrupción aparentemente inofensivos para distraernos de sus propios abusos. 

No, no la hay y pienso que esa debería ser la diferencia.

La fórmula Juárez de justicia y gracia quizá prentendía demostrar que la aplicación de la ley debería ser igual hasta para los enemigos sin importar el poder de aquel que acudiera en su auxilio, pero al hacer la distinción graciosa a los cercanos, se abrió la posibilidad de desvirtuar el sentido de la misma para dar pie a un ciclo de corrupción del que nos ha sido prácticamente imposible liberarnos.

---Alexred---

P.S.
Un ciego que vive en Nezahualcóyotl,  después de pedirme ayuda para subirse a uno de los camiones de una ruta en Eje 3 oriente en la que canta para ganarse unas monedas, me preguntó un día después de las eleciones que quién había ganado en el Estado de México, a lo que respondí que según lo publicado, el PRI; enseguida exclamó, no sin gran júbilo, que qué bueno, porque el había votado por el PRI y eso significaba que le activarían su "tarjeta" porque eso le habían prometido que pasaría si ganaban, obvio, después de dársela y seguramente de asegurar su voto.
¡Qué chulada!