lunes, 15 de noviembre de 2010

Veinte años de Orgullo Puma

El lunes 14 de noviembre de 1990 tome mi primera clase en la UNAM; en efecto, fue mi primer día en Iniciación Universitaria, es decir primer año de secundaria.

Han pasado veinte años desde entonces; veinte años como orgulloso universitario; veinte años, una licenciatura, otra por terminar, un diplomado, múltiples curso, la mitad de un posgrado, muchos logros académicos, más deportivos: campeonatos, subcampeonatos, dos eliminatorias nacionales, muchas selecciones en prepa 2, una selección universitaria; muy buenas experiencias como actor de teatro en la prepa; muchas campañas políticas a nivel estudiantil -incluso en la universidad gane una competencia política- y a nivel dirección de planteles; hasta una huelga.

Sin embargo, vivir en la UNAM también es crecer, aprender, madurar, experimentar, amar, aprender, controlar, descontrolar, jugar, trabajar.

A la UNAM ingresé a la edad de 12 años a la Escuela Nacional Preparatoria. Desde ese entonces he visto a mucha gente desertar, desaparecer de la Universidad Nacional de diferentes maneras. Me considero un sobreviviente. Y es que la Universidad tiene múltiples brazos que te atrapan y te pierden, para bien o para mal.

Pero también, en la UNAM he conocido la amistad verdadera, mis mejores amigos son, en su mayoría orgullosos universitarios, algunos de ellos son esa familia que yo escogí. A muchos los he dejado de ver, sin embargo se llevaron consigo un pedazo de mi corazón.

La Universidad Nacional me ha dado muchas cosas, la mayor parte de lo que he hecho, tengo, y he tenido, se lo debo a ella; ya lo dije mis amigos, pero también tantos y tantos corazones; amores efímeros pero también aquellos que dejan en el alma una huella profunda; oportunidades laborales, gente importante, hasta clases he dado.

Grandes triunfos, grandes fracasos; momentos de gran felicidad y de gran tristeza y la UNAM siempre ha estado ahí para mi, de hecho para todo el que a ella se acerca.

Hoy soy un profesionista con alma universitaria, con un fuerte compromiso con la sociedad a la que le debo la oportunidad de tener una educación universitaria, a la que le debo la oportunidad de acceder a un mejor nivel de vida, que de otra forma, y dadas las circunstancias, jamás hubiera podido alcanzar.

La UNAM me ha dado hasta hoy: una preparación académica que día a día sigo intentando mejorar; grandes amigos; grandes hermanos; una gran cantidad de sobrinos, hijos de éstos; alegrías; triunfos; esperanza; la oportunidad de conocer a grandes profesores, algunos de los cuales me han brindado su amistad; muchas mujeres: buenas amigas, novias, amantes y grandes amores. Sin todos ellos el camino siempre, siempre, hubiese sido -y sería- más difícil. Pero también me ha dado la oportunidad de aprender a razonar, a discernir, a disentir, a discutir, a cuestionar, a proponer, a luchar, a alcanzar metas y objetivos, a aprender de los fracasos y demás golpes, a estudiar, a aprender, incluso hasta a enseñar, a compartir, a decir sí, a decir no, a forjar mi carácter, a modularlo.

En el año de la huelga, participe en un movimiento que defendía la idea de que se podía encontrar una solución intermedia al problema de las cuotas; nunca atenté contra el movimiento que defendió la huelga hasta el último momento; lo combatí buscando establecer un diálogo con ellos y con las autoridades, pues me parecía increíble que en una universidad como la UNAM se pudieran polarizar tanto las posiciones. Por supuesto no lo logramos, estoy orgulloso de lo que hice en ese momento porque representó la defensa ardua de una posición compartida por un gran número de universitarios,  y sin embargo, el día de hoy sería el primero en defender la gratuidad de la educación en la UNAM. Hasta eso he recibido de ella: la capacidad para cambiar de opinión en congruencia conmigo mismo y con ese compromiso adquirido con la sociedad quien en realidad es la que financia una Universidad que se encuentra entre las primeras de mundo y es la primera en América Latina.

Hoy tengo treinta y dos años de edad, y estoy comprometido con la UNAM. Como estudiante tengo el compromiso de obtener el máximo aprovechamiento posible; como profesionista, el de servir a la sociedad; como persona, el de colaborar como UNAMITA en la formación de un país más justo, más equitativo. Así colaboraré con mi aportación a engrandecer a esta Gran Universidad.

Es lo menos que puede hacer por todo lo que la UNAM me ha dado. Ese es para mi el verdadero sentido del Orgullo Universitario.

POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU.

---Mario Alexandro Morales---

P.S.
A partir de hoy retomo con regularidad las publicaciones en el blogg. Ofrezco una sincera disculpa a todos los amigos que me siguen. En compensación intentaré mezclar entregas que tengan un fuerte contenido crítico a la clase política en general pero a la barbaridades de la actual administración, con el ánimo de denunciar lo que están haciendo, porque lo están haciendo mal.


2 comentarios:

  1. wow! realmente mucho jejeje... muchas felicidades por tu trayectoria y debo admitir q admiro la pasión con la q miras a la universidad. saludos

    Liebe Grüsse
    Cui

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  2. 20 años... la mayor parte de tu vida en la UNAM!, muy bien! comparto contigo ese orgullo, aunque mi trayectoria sea escasa, tengo ese sentir inmenso de gratitud hacia ella, en especial ahora que estoy a punto de obtener el titulo:) parece que fue ayer cuando te felicite en tu examen profesional, dije "quiero ser como tu"

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