miércoles, 22 de septiembre de 2010

Vicisitudes de una fiesta que dejó de serlo.

Hablamos la semana pasada sobre lo que significaría el festejo por el Bicentenario, un monumental desmadre coronado por el "Coloso", escultura de 20 metros de altura que representa quién sabe qué, pero que tiene la cara de un General acusado de traidor en tiempos de Huerta, ante un Zócalo que se llenó con entre cincuenta y cien mil espectadores, depende de quien dé la cifra, y con la invitación de todas las autoridades a que la gente siguiera desde la comodidad del hogar, el pachangón -yo conozco gente cercana que no fue por temor a un atentado-.

Pero la ceremonia del desfile tuvo varias situaciones dignas de analizar, aunque sea de manera breve. Hay que decir que el desfile del 16 de septiembre ha sido la fiesta de las fuerzas armadas, de la milicia, una oportunidad de recibir, en un ambiente completamente festivo, la admiración del pueblo, de la masa; esto sin menoscabo de la importancia institucional que representa tal despliegue militar.

Este año el contexto es diferente, primero por lo sustantivo, la conmemoración de los doscientos años; segundo, la lucha que Calderón decidió emprender para obtener legitimidad y mantener a la gente asustada y metida en sus casas -y ahora también vemos que a buena parte de la clase política-; y tercero, el claro desgaste por la exposición de las fuerzas armadas en el cumplimiento de tareas que no le corresponden, y la interacción con la población.

Pero el desfile militar dejó de serlo en sentido estricto; si bien, la respuesta de la gente, por lo menos en la Ciudad de México, fue bastante positiva pues la gente se desbordó -literalmente- para ver pasar al ejército, situación que debo confesar, no dejó de sorprenderme pues incluso aplaudió al contingente durante su paso. En este contexto, las autoridades encargadas del desfile decidieron que sería una buena idea aprovechar la euforia de la gente por el contingente militar, para hacer desfilar a la Policía Federal -las diferentes agrupaciones del cuerpo policiaco de la Secretaría de Seguridad Federal-.

Esto me confirma el problema conceptual que existe en el gobierno federal: la policía participando en desfiles militares, los militares haciendo las labores de la policía, y me cuentan que totalmente improvisados se presentaron a la primera práctica y en la segunda llegaron con formaciones, aditamentos y cánticos mal copiados de las fuerzas armadas; el día del desfile sus cantos fueron los más bélicos que yo escuche.

Por otra parte, habría que investigar acerca de las amenazas recibidas hacia el desfile militar que provocaron entre otras medidas de seguridad, que los militares llevaran sus armas cargadas para poder repeler algún ataque. Mientras la gente veía, disfrutaba y admiraba el contingente, una buena parte del mismo desfilaba con un alto grado de estrés, de temor... y con armas cargadas.

Al final, el desfile se convirtió en esa fiesta para el pueblo en comunión con sus fuerzas armadas que, al menos en la Ciudad, parece que sigue teniendo un alto grado de aceptación, respeto y admiración a pesar de las circunstancias en las que se encuentra este país, pero en definitiva, las cosas han cambiado.

---Alexred---

P.S. Qué pasa con las autoridades del Distrito Federal que insisten también en que la gente no salga de sus casas. Las lluvias de hace algunas semanas que no llegaron en todo el fin de semana, la "invitación" a seguir los festejos por televisión y ahora otra vez las lluvias que nunca llegaron -afortunadamente-.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Detalles de un país independiente en su cumpleaños

Bernardo Bátiz escribió el lunes en la Jornada que la mejor forma de celebrar la independencia sería siendo independientes. Me llamó mucho la atención tal contundencia en la frase que me hizo reflexionar.

En efecto, hoy comienza la celebración de los doscientos años de que Miguel Hidalgo, al descubrirse la conspiración, reunió a algunos miles de hombres para levantarse en armas contra la corona española ocupada por los franceses. Sin embargo, según cuentan los historiadores, no fue el quince en la noche que esto sucedió, sino durante la madrugada del dieciséis. 

¿Por qué entonces celebramos el quince?  La respuesta la encontramos en la historia, resulta que un día Don Porfirio decidió que era una buena idea que el país celebrara dos acontecimientos tan importantes en la misma fecha; así, con el pretexto de que la ceremonia del "Grito" resultaba complicada hacerla en la madrugada del dieciséis, la instituyó el quince para celebrar también su cumpleaños, finalmente recordemos que Porfirio Díaz fue un dictador y como tal se comportaba. También debemos recordar que si en algún momento hemos sido menos independientes además de ahora, fue en la época de Don Porfirio.

Los gobiernos emanados de la Revolución nunca cambiaron eso -hablo de la dependencia y la fiesta por supuesto-, y la ceremonia de conmemoración se convirtió en la oportunidad del presidente en turno para arengar el fervor nacionalista sin importar la situación del país.

Durante doscientos años de independencia, nunca hemos sido independientes, para Palabras Aparte escribí que en realidad siempre dependimos de los empréstitos extranjeros en las primeras décadas de la Nación, de la tecnología europea y sus productos manufacturados, de la ideología del viejo continente y la influencia política americana, del imperialismo británico primero y del gringo después, de las aspiraciones napoleónicas así como de las ambiciones de nuestros vecinos del norte. Más tarde, de sus inversiones con contratos leoninos que si bien contribuyeron a al industrialización del país, frenaron su desarrollo político y social.

Hoy tenemos un país con una gran deuda pública interna y externa, nunca antes dependimos tanto del extranjero, al grado que las decisiones importantes en materia financiera por ejemplo, no las podemos tomar nosotros; la denominada guerra contra el crimen organizado tiene al país envuelto en una especie de guerra civil -un periodista dijo que nunca tantos mexicanos habían matado a tantos mexicanos y pienso que tiene razón (Ciro Gómez Leyva, Milenio 15/09/10)-; la educación está en su nivel más bajo y las autoridades se empeñan en producir generaciones de mano de obra barata y pobre; ni que decir de la inversión en desarrollo científico y tecnológico, simplemente no existe; las decisiones del gobierno en materia de seguridad competen a las autoridades estadounidenses; el petróleo, el gas, la electricidad, las telecomunicaciones, en vez de servir como palanca del desarrollo nacional, han servido sólo para el enriquecimiento de unos cuantos; dos terceras partes de la población viven en pobreza y de estos, la mitad en pobreza extrema; no hay empleo; la segunda fuente de ingresos a la nación proviene del narcotráfico; tenemos autoridades corruptas, clase política rica, pueblo empobrecido y humillado, y ahora aterrorizado.

Por si fuera poco, sin tener muchos motivos para celebrar, esta fecha pudo significar un respiro para la población en su conjunto, sin embargo, se decidió hacer un festejo suntuoso (más de dos mil millones de pesos), fatuo, soso, sin nada importante, magno, digno de un festejo por doscientos años de vida, en donde la verbena popular fuera la causa principal de la alegría. Al contrario, las mismas autoridades invitan a ver los festejos por televisión, la marca del sexenio: esto es para puros cuates... para que arriesgarse pues.

El país se desmorona, se hunde y sigue sin tocar fondo, tan es así que la fiesta ha sido secuestrada por los mismos que secuestraron al país hace cuatro años. ¡Qué lástima!

---Alexred---

P.S. Les recomiendo "El infierno", gran película.

jueves, 9 de septiembre de 2010

México igual que Colombia...

Las declaraciones de la secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton, acerca de que la situación en México es como la de Colombia en 1990, han puesto de nervios a más de uno de nuestros ilustres y masiosares políticos. Y no es para menos, pues es como si sus peores pesadillas se estuvieran volviendo realidad.

¿Alguno recuerda el humillante proceso de certificación por el que tenía que pasar México en los años noventa para acceder a recursos de los programas de lucha contra el narcotráfico de aquel país? Pues todos los políticos condenaban en ese entonces tal proceso aduciendo razones de soberanía nacional y acusando una injerencia en los asuntos nacionales por parte de otro gobierno que además -parafraseando a doña Sor Juan Inés de la Cruz- es razón de lo mismo que acusaba en ese momento, antes y aún ahora. Es decir, en México se quería acceder a los recursos sin pasar por el "humillante" proceso de certificación.

Un día nuestros vecinos consumidores/certificadores decidieron complacer a los políticos mexicanos y el proceso de certificación desapareció durante el gobierno de Ernesto Zedillo, y la colaboración y acceso a recursos estadounidenses continuó, así como el trasiego de estupefacientes que significa un millonario negocio.

Pero llegaron los panistas y creyeron necesario participar en el negocio, entonces le dieron salida a uno de los traficantes más importantes entonces recluido en uno de los penales federales de alta seguridad: el Chapo.

Hoy podemos saber gracias a las múltiples quejas del (¿)gobierno(?) en turno, que en el sexenio de Fox se dejó de hacer mucho para combatir al narcotráfico, sin embargo mucha de la gente que participó en ese periodo sigue en las mismas áreas ahora.

Bueno, pues ahora tenemos una estrecha colaboración -injerencista, entreguista- militar, policiaca, de inteligencia, económica, política a través del llamado Plan Mérida, con los Estados Unidos, que pareciera más bien una injerencia directa en el gran negocio que significa el tráfico de estupefacientes, así como un control directo de los Estados Unidos en posibles procesos de revuelta social, propios de un régimen opresor y empobrecedor de las masas (cualquier parecido con Colombia es mera coincidencia).

Sin embargo no sólo es este contexto en el que debemos leer tales declaraciones, sino también lo que significa: en mi opinión es una acusación a todo el sistema y sus dirigentes, lo que quiere decir que, al igual que en Colombia, hay personajes de alto nivel de la política metidos en el negocio, y los Estados Unidos saben quienes son y están jugando con esa información para ver de quién sacan más ventaja. También anuncia (entre líneas) su intención de solicitar más atribuciones, mayor intervención, lo que significa que veremos como van solicitando participación directa de sus agentes civiles y militares (cosa que no dudo que ya esté sucediendo de manera "secreta"), pudiendo llegar al extremo de querer instalar bases militares -esto es más difícil pero seguro van a insistir-.

Así, con esas declaraciones, Clinton apunta a todos, población, políticos y autoridades civiles y militares de lado de los "buenos" y al crimen organizado en el otro bando, quienes al final son los que manejan los dineros.

---Alexred---

P.S.
Comienzan a circular versiones periodísticas sobre la verdadera forma en que se atrapó a La Barbie (cfr. El Universal de hoy 9 de septiembre) y García Luna a pesar de todo sigue firme en su puesto.