lunes, 9 de junio de 2014

Consideraciones sobre Política y Derecho

Una inquietud, cargada de una buena dosis de curiosidad, mi paso por un mundo en el que predominan los abogados y mi formación académica me trajo hasta la facultad de Derecho de la UNAM; me tarde algunos años en decidir que no estudiaría la carrera de Leyes y una vez tomada la decisión la misma ha sido muy firme. Sin embargo, esta inquietud fue tan fuerte que, si bien no es la carrera he terminado estudiando dos posgrados (una especialidad y una maestría) en esta Facultad.
Toma 1
Los fenómenos del poder siempre llamaron mi atención, como eso, fenómenos dignos de observación, aun cuando en el bachillerato –por cierto, también en la UNAM- siempre tuve una buena relación con los directores y funcionarios del plantel al que asistía, y con los alumnos que participaban como candidatos en las elecciones de los Consejos, nunca me decidí a participar directamente, es decir siendo yo el aspirante a receptor de votos de la comunidad estudiantil, sino hasta la universidad.
Desde entonces comenzaba a darme cuenta de la importancia de la toma de decisiones, y la influencia que, quienes la ejercían, obtenían tanto con los estudiantes como con el cuerpo docente. También la importancia que para las autoridades tenía controlar esos mismos consejos, lo que significaba contar con planillas a fines y los beneficios que otorga esa cercanía.
Eran principios de la década de los años noventa y comenzar a leer las noticias en los periódicos fue el primer paso para trasladar esa curiosidad de un relativamente pequeño plantel de la Escuela Nacional Preparatoria, a los sucesos del país primero, del mundo más adelante.
Una de las primeras cosas que observé y que un poco más pequeño ya lo había notado, era esa especie de aceptación sin (o casi sin) cuestionamientos a las decisiones tomadas por las autoridades: eliminación de ceros a la moneda y la consecuente circulación de nuevos pesos; negociaciones para un importantísimo tratado internacional que nos acercaría (invitaría a pasar) a las puertas de un mundo feliz; o cosas como el funcionario va a pasar y hay que esperar a que pase para continuar con nuestro camino; el inminente e inevitable pago anticipado de la multa –con su respectivo descuento- al policía de tránsito que te detenía; o –de mayor complicación cognoscente- los cambios a la legislación de un Congreso dominado por los miembros de un partido que decían llevaba muchos años gobernando y que en algunos momentos había sido extremadamente represivo, al grado de matar a estudiantes, campesinos, intelectuales e incluso miembros del mismo partido, y gente a la que le llamaban “de oposición” o desaparecer a quienes en público expresaban estar en desacuerdo con tal o cual personaje político o tal o cual decisión.
Toma 2
Mi primera Constitución fue una edición para niños que me regaló mi padre (abogado y funcionario público) a la edad de 5 o seis años y que hasta mandó empastar (que por cierto, ya no conservo), recuerdo mucho que explicaba esas cosas que tienen que ver con lo que decían –con palabras que poco o nada entendía- era la parte dogmática y la parte orgánica, de ahí saqué la toma de protesta del presidente para una representación en la primaria; pero recuerdo muy bien que hacía énfasis en las garantías individuales, sobre todo en la de la libertad de expresión, esto vendría a chocar fuertemente con una expresión de un adulto cercano que algún día que mi hermano a sus siete años se paró en un restaurante a decir que lo que pasaba era culpa del (mal) gobierno, en la que –el adulto- le trataba de explicar que no podía decir esas cosas en público porque él había conocido gente a la que habían desaparecido por eso (Nota: mi hermano también leyó esa misma Constitución).
Toma 3
Durante los años en que comenzaba a trabajar ya egresado de la Universidad, e incluso, ya estudiando la segunda carrera, notaba que había un gran distanciamiento entre los abogados en general y su noción de las normas en particular, con la sociedad. Con algo de interés y esa curiosidad, comencé a investigar un poco –y siendo muy sincero, sólo un poco- acerca de las posibles causas, y me encontré con que existía una teoría pura del derecho que así de entrada descartaba la relación de las normas (su creación) con los hechos sociales, como si el derecho existiera aun antes del propio ser humano y no al revés. Mi idea desde el punto de vista de la Ciencia Política es que las relaciones sociales son causa del derecho pues éste es una construcción del humano que vive en sociedad y que además, sirve al poder, no en vano una de las principales acciones de un grupo que accede al poder es adecuar las leyes para que les permitan conservarlo el mayor tiempo. También descubrí que había quienes siguen pensado lo contrario, pero eso incluso lo he encontrado hoy día. Al mismo tiempo conocí sociólogos que no sabían nada de derecho y no les interesaba aun cuando, según yo, las relaciones sociales son causa del derecho que después las regula.
Toma 4
Alguna vez una Magistrada Federal me dijo, a propósito de la designación del presidente Obama como premio Nobel de la Paz, que las relaciones internacionales habían fallado pues no habían evitado la guerra, cuando le contesté que era precisamente el Derecho Internacional en el que se basan las relaciones internacionales y el margen de maniobra que el mismo permite a los Estados para la negociación política, lo que había evitado una conflagración de magnitud tal que era posible acabar con el planeta, y que su afirmación contenía o mejor dicho, incluía el fracaso del propio derecho, no le gustó y creo que hasta me corrió de la comida en la que nos encontrábamos.
Fue entonces que caí en cuenta que el pleito de las disciplinas sociales no solo era entre la sociología y el derecho sino también incluía a la ciencia política.
Los abogados con los que platicaba acerca de lo que a continuación voy a contar me miraban perplejos y sin atinar a decir buenos argumentos sólo me descalificaban, como si el derecho no fuera una herramienta del poder: yo les decía que el derecho era eso, una herramienta del poder, y que constantemente éste se servía de aquel para justificar sus decisiones.
Un ejemplo, explicaba (y ahora doy uno, digamos más reciente), era lo que sucedía en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en dónde los asuntos importantes se negociaban (eso pasa con todas las decisiones jurisdiccionales, sino por qué se litigan los casos directamente con los juzgadores para convencerlos de la postura que se defiende ¿O no bastaría con que el juez se ciñera a lo que la ley le dicta y confrontarla con los hechos que se le presentan?) políticamente.
Si el gobierno de un Estado que pertenece a la periferia necesita, por ejemplo, liberar a una delincuente cuyo origen es el primer mundo para mejorar las relaciones diplomáticas y comerciales, y para ello necesita el aval del un órgano político del Estado cuyas funciones son jurisdiccionales y ello conviene no sólo al gobierno sino al propio Estado, el órgano que en principio es político ya que emana de una constitución política, y cuyas facultades son jurisdiccionales no puede ir en contra del propio Estado porque sería ir en contra de sí mismo (es decir no es que haya contubernio sino debe haber congruencia). Lo mismo sucedió (otro ejemplo) con el aval de la Corte al impuesto IETU, significaban mayores recursos para el gobierno, que paga sus salarios –muy altos salarios-, del Estado del que son parte.
Podemos ir más allá ¿Por qué la designación de ministros de la Corte es tan importante para cada presidente en, por ejemplo, los Estados Unidos?
Toma 5
Durante mi primer paso por el Posgrado de Derecho, al mismo tiempo que termino la carrera de Ciencia Política, me encuentro con compañeros abogados a quienes les es imposible explicar un fenómeno jurídico desde un punto de vista político, es más ni siquiera contextual. Como si la norma por sí misma se explicara y no necesitara de una situación social que haya exhibido ya la ausencia de la ley o su inoperancia en los términos en los que se encuentra escrita.
Por otra parte, en la facultad de Ciencias Políticas, el interés por el derecho en general es bajo, por eso cuando el Dr. Correas describió a la Ciencia Política como una ciencia inconclusa, pues se olvida que se necesita al derecho para fundamentar, legalizar y legitimar las acciones propias de la toma de decisiones y del poder, y entonces no se estudia ni se preocupan por el derecho y, añadió, ni les interesa, no me pareció una descripción incorrecta.
Clímax
Todo esto disparó esta inquietud, la de descubrir que se necesita para acercar dos disciplinas sociales tan distanciadas, por lo menos en México:
Entonces encontré respuestas: por un lado, había que encontrar semejanzas y líneas académicas convergentes, eso no es difícil, los clásicos son leídos en ambas disciplinas, aunque sí en algunos caso de manera muy diferente; también es cierto que en México muchos de los textos de Ciencia Política básicos han sido escritos por abogados. Otra cosa que he descubierto es que los sociólogos y politólogos europeos, por ejemplo, que provienen de universidades de mucho prestigio, tienen una sola escuela/facultad para derecho y ciencia política, lo que permite que podamos leer a Habermas tratando temas jurídicos cuando él es sociólogo. Lo mismo sucede en universidades latinoamericanas.
También buscaba un marco teórico y autor o autores que me proporcionaran los conceptos para realizar los cruces que permitieran el acercamiento. Entonces fue que encontré en algunos discursos similitudes acerca del Estado, del poder, y del derecho.
También encontré herramientas que no conocía (finalmente para eso son los estudios de maestría) y que resultan de mucha utilidad como la filosofía analítica, el constructivismo jurídico y sus herramientas entre otras.
Consideraciones sobre esta relación (final).
Uno de los aspectos a través del cual analizamos el derecho es su calidad de discurso, es decir, que el derecho es algo que una persona o grupo de personas dicen acerca de cómo otras personas deben actuar, es decir es un discurso prescriptivo. Para que este discurso sea válido no sólo debe cumplir con ciertas formalidades, sino también con la aceptación de los destinatarios de la norma, es decir los gobernados, lo que significa a su vez que existen personas que están autorizadas a elaborar las normas. Pero ¿Quiénes son estas personas?
Pues bien, aquí entra el Estado y las relaciones de poder, para Kelsen el Estado es una “organización política”, porque es un orden que regula, monopolizándolo, el uso de la fuerza”[1], pero resulta que quien regula –y monopoliza y usufructua- el uso de la fuerza dentro del Estado son las personas que en algún momento accedieron al poder.
En este sentido la teoría general del Estado habla de un contrato social, que no es sino un meta discurso[2], que permite explicar las relaciones de poder por las que se conforman los Estados y justifica la jerarquía que implica la existencia del gobierno en el estado burgués.
En este punto, el poder, del que Sartori diría que no es otra cosa que una relación donde un individuo tiene poder sobre otro porque le obliga a hacer lo que de otra forma no haría[3]. A través de las normas, se da el reconocimiento a los gobernantes, quienes ejercen el poder y cuentan con toda una estructura discursiva que le ayuda a legitimarse.
Los modelos teóricos se construyen eliminando o ignorando factores que los afecten, al mismo tiempo que crean o inventan puntos de apoyo que permitan sostenerlos. Tal es el caso de la norma fundante de Kelsen, como tal y como ficción, porque sólo así se puede –o al menos Kelsen pudo- explicar la validez y la efectividad de las normas, es decir el proceso por el que se producen y la aceptación y obediencia de sus destinatarios (población).
Pero, ¿Cómo podemos explicar fenómenos como el de la Suprema Corte de Justicia la Nación y sus decisiones y acercarlo al mismo a la formación de ese eslabón del que mencionaba líneas arriba?
Éste es un fenómeno muy interesante, por un lado, en la Teoría General del Estado, existe la concepción de Kelsen del Estado como un ente jurídico, cuyos atributos –todos- tienen que ser susceptibles de ser presentados como propiedades del orden jurídico[4], y ya establecimos que el orden jurídico es un discurso; y por otro lado tenemos que la Constitución es una forma de conformación política del Estado y entre otras cosas, designa las funciones de los órganos políticos que crea.
El mismo Kelsen, por ejemplo, cuando habla de la separación de poderes y sus atribuciones señala que sólo existen dos funciones del Estado y consisten en legislar y ejecutar. Al respecto la función del ejecutivo y el judicial es la misma, es decir, la ejecución de las leyes. Las normas jurídicas son ejecutadas tanto por el poder ejecutivo como por el poder judicial; la diferencia estriba solamente en que, en un caso, la ejecución de las normas generales es confiada a los tribunales, y en el otro a los llamados órganos “ejecutivos” o “administrativos”.[5]
Para este autor, el concepto de separación de poderes designa un principio de organización política, pues presupone que los tres poderes pueden ser determinados como tres distintas funciones coordinadas del Estado, y que se pueden definir las fronteras que separan a cada una de ellas. Sin embargo, a partir de lo que él mismo señala como dualidad de funciones, explica también que esto no necesariamente es verdad, pues los actos del Estado son en su mayoría al mismo tiempo de creación y de aplicación de derecho.
Esto sería suficiente para demostrar lo afirmado sobre la unidad del Estado, se necesita entender que las acciones del Estado son realizadas por individuos y deben estar fundamentadas en preceptos legales, y esos mismos funcionarios que actúan en nombre o representación del Estado lo hacen desde las instituciones políticas creadas por la Constitución que también es política, lo que necesariamente implica acciones de ejercicio de poder, que al mismo tiempo, debe tener una aceptación generalizada de la población para cumplir con los requerimientos de validez y efectividad.
Esto significa que los fenómenos de poder se deben estudiar desde una perspectiva política y con un amplio conocimiento de las leyes, y que el proceso creador de la normas debe conocer no sólo las implicaciones políticas sino también las sociales, sino entonces hablamos de disciplinas sociales cortadas, incompletas, mochadas.
Ahora bien, siempre habrá las desviaciones en las formas de gobierno de las que habla Aristóteles, sin embargo, y es ahí donde podemos encontrar la trampa que plantea esta separación de disciplinas sociales, serán siempre relaciones de poder y buscarán la legitimidad que otorga el consentimiento de la población a através de la obediencia de la ley, porque cuando esto no sucede nos encontramos con estados que han fallado y seguramente su desmembramiento o desaparición comienza a aproximarse.
Es así como mi inquietud me ha llevado a pensar en esto de esta manera y entiendo que me falta mucho por aprender, y sin embargo, creo que he avanzado un buen tramo.
Bibliografía citada
De Souza Santos, Boaventura,  Reinventar la democracia, Trad. Javier Erazo, Madrid, Sequitur, 1999
Sartori, Giovanni, La democracia en treinta lecciones, Trad. Alejandro Pradera, México, Santillana Ediciones, 2009
Kelsen, Hans. Teoría General del Derecho y del Estado. Trad. Eduardo García Máynez. Mexico, UNAM 1988.
 ---Alexred---



[1] Kelsen, Hans. Teoría General del Derecho y del Estado. Trad. Eduardo García Máynez. Mexico, UNAM 1988, p 226.
[2] Boaventura de Souza nos habla de un meta-relato, es decir un discurso, él lo describe como una obligación compleja y contradictoria por cuanto establecida entre hombres libres y con el propósito, al menos en Rousseau, de maximizar, y no de minimizar, la libertad. De Souza Santos, Boaventura,  Reinventar la democracia, Trad. Javier Erazo, Madrid, Sequitur, 1999, p. 7.
[3] Sartori, Giovanni, La democracia en treinta lecciones, Trad. Alejandro Pradera, México, Santillana Ediciones, 2009, p. 20.
[4] Kelsen, Op. Cit. p- 246
[5] Idem. p-303 

viernes, 13 de enero de 2012

¡Maldita publicidad!

Todos los días, a todas horas, lo mismo en radio que en televisión, somos bombardeados por spots que lo mismo anuncian a los panistas haciéndose publicidad a nivel nacional para que voten por ellos, aunque después una voz -que se parece mucho a la de los anuncios del gobiero federal, por cierto- anuncie que son mensajes dirigidos exclusivamente a los panistas, que comerciales -muy malos, de verdad muy malos- del IFE.

Esa será la tónica de aquí hasta las elecciones de julio, donde partidos, candidatos e instituciones, utilizarán los tiempos del Estado, administrados por el IFE, con el único objeto de convencer al gran número de electores y posibles electores para que acudan a las urnas el primer domingo de julio próximo.

Nada garantiza que escucharemos propuestas, además un spot entre 15 y 30 segundos, no  lo permite; tampoco está garantizado que a la gente le interesen las propuestas, al final un spot sirve para vender un producto.

Pero me pregunto de qué sirven tantos pinches comerciales -la mayoría, insisto, muy malos-, si de cualquier forma la gente parece que ni los pela y ni les importa.

Me explico ¿No es verdad que dentro de las reformas al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE), se estableció que las credenciales más antiguas -aquellas que estaban diseñadas para votar hasta las elecciones de 2003- dejaran de servir como instrumento de acceso a la casilla electoral y hasta como identificaciones oficiales despues de las elecciones federales de 2009? Es decir, hace ya más de dos años y medio. Pues sí, y desde entonces ha habido una campaña permanente para cambiar esas credenciales, con el ánimo de actualizar el padrón electoral y además impedir que la gente deje de votar.

Desde noviembre pasado, aproximadamente, una serie de malos comerciales (disculpen por favor mi insistencia), nos han bombardeado con un mensaje claro: si no actualizas tu credencial antes del 15 de enero, no podrás votar. Lo increíble es que miles de personas, sino es que millones, no lo han hecho, o lo han dejado para el último momento, no sé si preocupadas más por no contar con el principal (y gratuito) documento de identificación o porque de no tenerlo, no podrían votar.

A lo que quiero llegar, es que esto puede denotar dos cosas, en primer lugar una gran apatía y falta de cultura civico-política de buena parte de la sociedad por asuntos de política en general, o algo relacionado con un desinteres por esos temas; lo que nos llevaría a concluir que pinches comerciales no sirven para maldita la cosa y que uno de los objetivos del IFE, que es precisamente fomentar (e impulsar) la cultura democrática, en los que la participación política de los ciudadanos es de suma importancia, no está funcionando del todo bien, y habría que revisar si su estrategia es la indicada y reorientarla a otra que si tenga mayores resultados. Me parece que el IFE es una institución muy cara como para que se permita un error de esta magnitud.

Prefiero pensar eso porque al final, como toda institución es susceptible de cambiar, además, porque la otra es que de plano, como dicen y para caer en un lugar común, a los mexicanos nos vale madre y preferimos dejar las cosas hasta el último pensando que seguramente habrá una prórroga que permitirá hacer las cosas más allá del límite legal impuesto, tal y como nuestra H. Cámara de Diputados (siempre ella y sus honorables cuan respetables miembros, siempre tan cuidadosos de obedecer las leyes que de ellos emanan), para no variar, lo ha solicitado.

Bonito país, bonita su gente y sus políticos...

---Alexred---

P.S.

Mientras escuchemos a la siempre congruente señora de Miranda Wallace decir que si el PRI la hubiera buscado hubiera ido con ellos, pero como no quiere que gane el PRI en la ciudad por eso va con el PAN... disputando votos al PRD.

O ¿Acaso seremos testigos de una declinación prematura?

lunes, 2 de enero de 2012

Inicio de año.

Inicia el 2012 y con él, los últimos días de una presidencia que devino una caricatura, y que a pesar de ello, no ha dejado de ser tan costosa como violenta. o quizá en esto último recaiga su alto costo.

La impericia, la falta de un proyecto claro, la soberbia y la tosudez son algunas de sus características, y varios miles -sino millones- de mexicanos esperamos que ya se acabe.

El año que comienza no es muy halagüeño, ni en lo político, ni en lo social, ni en lo económico. El inicio de las precampañas que más bien buscan posicionar a los supuestos precandidatos (me refiero también a los únicos) en el imginario de la población más allá de las fronteras partidistas, han arrancado con una anticipación tal, que trasgrede la ley, y una vez que comienzan formalmente, están llenas de ataques personales, mutuas acusaciones, y ejércitos enteros llevando a cabo una intensa "guerra sucia" en donde todos son enemigos y cuyas valoraciones no resistirían un análisis serio, pero ¿eso que importa?

El peligro es claro, hace seis años los poderes formales y los reales, sumaron todos sus esfuerzos -y sus recursos- en impedir la llegada de la izquierda electoral; apoyados en una derecha retrógrada, empredieron una campaña de terror, mucho más fuerte, me parece, que la que el PRI-gobierno utilizó en 1994, pues además tuvo como ingrediente el odio, ocasionando un fractura en la sociedad mexicana de grandes dimensiones.

El objetivo se alcanzó (ayudado por los graves errores cometidos por esa izquierda electoral), no sin dañar seriamente la democracia mexicana y sus instituciones. Sin embargo los resultados no fueron los esperados por ninguno de los factores reales que apoyaron la campaña, pues el peligro que tanto se pregonó desde el poder y con su ayuda, no pudo ser mejor representrado en la práctica más que por aquellos que arribaron al gobierno.

Sesenta mil muertos; cientos de desaparecidos; vastas zonas fuera del control estatal; una dependencia del exterior sin precedente; la soberanía vulnerada y reducida de tal manera que no podemos más que recordar el tristemente ilustre Segundo Imperio Mexicano; desigualdad social; violencia y desmadre generalizados (en tiempos de "paz"); y como corolario, el ejército en las calles, amenazando a cualquier intento de movilización social con el pretexto de la seguridad interior.

Pero es que no se podía esperar nada mejor de un gobierno proveniente de una derecha que ha aprisionado, debiera decir acumulado, en su interior alrededor de siglo y medio de rencor y ánimo de venganza; más cuando sólo es representante de una ínfima parte del electorado.

Ahí están los hechos, uná nación con nuestro potencial hundido en la medicridad; con tasas de crecimiento que son casi cercanas al cero; pérdida constante y regular del ingreso; desigualdad social; desempleo; cierre ilegal de empresas públicas, que contrastan con los altos sueldos de la clase gobernante, como si hicieran bien su trabajo: ironías del sistema, el presidente y alrededor de un millar de altos funcionarios, reciben un bono extra por concepto de "riesgo" mientras es la población de a pie, la que está a merced del fuego cruzado entre los "buenos" y los "malos", de una guerra que no provocaron (miemtras el salario mínimo ni siquiera cumple el mandato constitucional).

Hoy más que nunca, el peligro real se encuentra en el ánimo de repetir seis años más la misma dosis de terror e ineficacia, sin importar si atropellan y destruyen las instituciones que han malreconstruido de la "democracia mexicana".

Eso es lo malo, pero lo peor es que no hay para dónde voltear...

---Alexred---

P.S.

¡Feliz Año Nuevo!



miércoles, 2 de noviembre de 2011

De una prometedora democracia al fracaso estrepitoso...

El año de 1976 fue clave para el sistema político mexicano, pues en ese año comenzaron a realizarse una serie de reformas políticas que a la postre desquebrajarían la maquinaria que diseñó Plutarco Elías Calles, perfeccionó y consolidó el general Lázaro Cárdenas, se afianzo social y culturalmente durante los años del milagro económico mexicano, y que para esta época mostraba ya una muy fuerte decadencia política y hasta moral.

La apertura paulatina de espacios en el Congreso de la Unión a miembros de la oposición en un primer momento, y después el acceso a cargos de elección popular que significaban la oportunidad de gobernar directamente a considerables porciones de la población, necesariamente significó la pérdida gradual del control que caracterizó al sistema político mexicano mediante la simbiosis Jefe de Estado/jefe de partido; a través de la cual el presidente en turno se convertía en el eje principal del que dependían la supervivencia política de funcionarios de gobierno, el acceso a cargos públicos de elección o de designación, la permanencia en los mismos, así como el acceso a los recursos que los mismos cargos generaban, y que permitía al ejecutivo federal un control total del aparato estatal cuyos funcionarios de alguna u otra manera le debían el cargo.

El proceso fue siempre forzado por la oposición desde diversas trincheras así como por la propia decadencia gubernametal, e impulsado por el gobierno ante la necesidad de legitimación nacional e internacional. Así, se llegó al punto de remover gobernadores priistas para dar paso a miembros del Partido Acción Nacional; también el PRI fue perdiendo espacios en el Congreso de la Unión hasta que en 1997 perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y el control de la Capital ante el partido representante de la izquierda mexicana.

La lucha democrática logró arrancar los procesos electorales de la esfera del Ejecutivo y logró lo creación de un instituto que se dejaría al control de cudadanos sin filiación política, que fungiría como autoridad electoral junto con un órgano jurisdiccional independiente (que después pasaría a formar parte del Poder Judicial de la Federación).

Asimismo, la ciudadanía en general, parecía interesarse más en los procesos políticos al mismo tiempo que los medios de comunicación lograban liberarse del control que el Estado ejercía sobre ellos.

Finalmente, después de 70 años de gobierno de partido único, en el año 2000 la presidencia de la República es ganada por un partido diferente (PAN) y en 2006 el PRI se quedó por primera vez como una muy disminuida tercera fuerza política.

El profundo cambio político suscitado en esos treinta años, sirvió para instalar una competencia política pacífica sin precedentes (aunque sin con momentos muy complicados como en el periodo 89-91 y en el 94)en la historia nacional, que dio la posibilidad, al menos en lo formal, de que la ciudadanía sin distingos pudiera participar en ella.

Así, el PAN se arrogó "un triunfo cultural" en el que, según uno de sus más prominentes ideólogos -y me parece que el último-, todos los actores habían optado por la democracia como vía para cambiar el sistema y la izquierda gobernaba ya importantes plazas a lo largo del territorio nacional.

Sin embargo, el triunfo de Fox en las elecciones presidenciales, si bien ofreció la continuidad del proyecto económico lanzado a principio de los años ochenta, lejos de significar la parada final del largo proceso de transición y reforma políticas y el inicíó de un nuevo estadio democrático, devino un retroceso en el proceso que llevó al debilitamiento y deteriorio en la imagen de las instituciones electorales, así como en el daño estructural de la institución presidencial y del papel que ésta debe ejercer como poder público, y del sistema político en general, que ha permitido que emerjan diferentes actores provenientes del ámbito político y económico no sólo nacional, para llenar esos espacios que no ha podido ocupar el Ejecutivo desde entonces.

Esto ha traído como resultado una especie de impasse estructural/institucional en el que la clase política, cada vez más alejada de la población, lucha por el poder sin ofrecer un proyecto que permita  reactivar el proceso democrático por lo menos desde dónde se rompió la línea continua de poco menos de treinta años, (peor aún, se plantea una vuelta más atrás con el planteamiento de la claúsula democrática).

El conflicto poselectoral de 2006, la lucha contra el crimen organizado (eufemismo de guerra contra el narco), la parálisis legislativa en el Congreso federal, el alto nivel de violencia, así como la escandalosa corrupción e impunidad que le acompaña son resultado directo de esta situación que no puede ser calificada de otra forma más que como un escadoloso fracaso democrático e institucional.

---Alexred---

P.S.

Me pregunto dónde están ahora las loas que Ciro Gómez Leyva hacía sobre Humberto Moreira como miembro -según él- de esa nueva generación de priistas ganadores...

lunes, 26 de septiembre de 2011

También con la pluma se gana...

El próximo siete de octubre comienza, de acuerdo con la legislación de la materia, el año electoral, en el que se tiene contempladas elecciones en 15 entidades federativas donde en siete se elegirán gobernadores, incluyendo al Jefe de Gobierno del Distrito Federal, así como las elecciones federales donde además de la renovación del Congreso de la Unión, se llevará a acabo la elección de Presidente de la República.

El contexto en el que se desarrollará el proceso no puede ser menos alentador; por una parte, hay que considerar el clima de violencia y terror social en el que nos encontramos, en el que la escandalosa cifra de muertos rebasa ya los cincuenta mil, las fuerzas armadas se encuentran en las calles realizando labores propias de los cuerpos de seguridad pública civiles y el gobierno no controla extensas zonas del territorio nacional, donde los grupos delincuenciales hasta cobran una especie de impuesto a los comerciantes y empresarios de esas localidades, y la perspectiva de que los niveles de violencia bajen son lejanas debido entre otros factores, a una posición gubernamental enfocada a generar mayor violencia, lo que necesariamente inhibe la participación ciudadana en procesos como el que tenemos en frente.

Por otra parte, la economía no ha podido recuperarse y al igual que en la víspera de la crisis de hace dos años, no existe una estrategia que permita impulsar nuestro mercado interno, los niveles de deuda interna y externa son los más elevados en la historia al igual que el gasto programado del gobierno el cual, por increíble que parezca, está enfocado en tres rubros: el pago de la deuda (FOBAPROA-IPAB), gasto corriente (sueldos, prestaciones y gastos de funcionarios) y gasto en seguridad, es decir, ningún proyecto que permita impulsar el desarrollo tecnológico, industrial, agropecuario, etcétera, aún cuando desde el inicio del presente siglo, el gobierno ha disfrutado de ingresos súper extraordinarios derivados de los altos precios del petróleo.

Otro punto no menos importante y que será característico de este ciclo electoral es el relacionado con la corrupción en el aparato gubernamental en general y de la clase política -aquella que toma las decisiones en este país- en particular, cuyas acciones incluso, en el ambiente de violencia que vivimos, se confunden, se esconden, se camuflan con las de aquellos a quienes dicen combatir y eso se reflejará en la lucha electoral.

Ya lo estamos viendo, con campañas adelantadas, con publicidad con apariencia de noticias en horario estelar reportando sobre los logros de determinadas instituciones, siempre con un personaje que las dirige y que casualmente, tiene interés por ocupar algún cargo de elección popular, en cualquier orden de gobierno, en cualquier nivel, de todos los partidos políticos. 

Seremos testigos de una lucha pragmática, por el poder y llena de ataques personales, de un lado la izquierda que no es izquierda, por el otro, la corrupción vieja y la corrupción nueva, sólo que ésta tiene el control del aparato gubernamental y la fuerza del Estado en las calles y está abiertamente dispuesta a no soltar el poder, y ya se saben el camino.

Además, a diferencia del proceso electoral de 1994, al que precedió una elección tan cuestionada, en esta ocasión la autoridad electoral tiene poca credibilidad ante la sociedad y los actores políticos, estos últimos los cuales lo mantienen debilitado pues, la experiencia de 2006 dejó en claro que aquel que controle al árbitro tiene de su lado gran parte del proceso (sino hay que revisar las declaraciones de Josefina Váquez Mota respecto de Carlos Ugalde la semana pasada), por eso no han elegido a los consejeros del IFE, aun en contra de una disposición constitucional. Cómo dicen en el dominó "también con la pluma se gana".

Estamos pues, frente a un escenario complicado como sociedad pues en realidad han estado minando en nuestro inconsciente la idea de participar aunque sea sólo a través de un ejercicio tan básico como el de ir a votar; tendremos un proceso en el que una vez más nos ofrecerán mil cosas sin decirnos exactamente como lo van a lograr, en donde la mierda será el factor común de la lucha política -ya empezamos a ver muestras de ello- con una autoridad electoral vulnerada y con poco reconocimiento social y donde sólo exhibirán lo peor de sus miserias, ante millones de mexicanos y ante el mundo entero, y en horario triple A.

Y mientras tanto seguiremos hundidos en la pobreza, el desempleo y la violencia extrema...

---Alexred---

P.S.

El día de hoy PsychoCircus cumple su segundo aniversario ¡Gracias, muchas gracias a todos por leerme! Sin ustedes este espacio no tendría razón de ser.




lunes, 5 de septiembre de 2011

Día del presidente...

Lo recuerdo bien; el primero de septiembre en mi primera década de vida no significaba otra cosa que un día de asueto, no había escuela o marcaba el inicio del curso anual; mi papá -que trabajaba en el gobierno- se quedaba en casa e incluso organizaba tremendos fiestones un día antes aprovechando la oportunidad de desvelarse -y él no acostumbraba dejar pasarlas-; era día familiar pero también había que estar al pendiente del informe del "Señor Presidente".

No recuerdo los mensajes, pero sí recuerdo que hubo ocasiones en que fueron muuuy largos, pero sobre todo recuerdo la entrada triunfal al recinto parlamentario de al menos dos de los tres presidentes de esa mi primera década, y por ahí un recuerdo vago -de esos que no quieres confirmar- de una ocasión en que Carlos Salinas regresó en un vehículo abierto, en un trayectó donde lució como súperestrella en un desfile en el que incluso la gente aventaba papelitos de colores a su paso, llenaba las calles y se asomaba por las ventanas, a pesar de que con él comenzaron las cosas a cambiar.

Lejos pues de representar un acto republicano en el que presidente asistía a rendir cuentas a los "representantes del pueblo", la ceremonia de apertura del periodo anual de sesiones del Congreso de la Unión se convirtió en la ceremonia del día del presidente, en el que la claese política aprovechaba la oportunidad de saludarlo de mano y aplaudir con gran entusiasmo y a la menor provocación cualquier cosa que fuese lo que dijera.

No es el tema, sin embargo, hay que decir que las reformas político-electorales que permitieron el acceso paulatino de la oposición del régimen al Congreso y la fractura que significó el conflicto electoral del 88, fueron un detonante de los cambios a este tipo de prácticas -que no han desaparecido (hay que ver lo sucedido hoy en el informe del gobernador del Estado de México)- y la misma oposición tuvo un mejor foro para denunciarlas.

Poco a poco el presidente de la República se encontró con un Congreso que ya cuestionaba directamente su actuar, el ritual del día del presidente dejaría de serlo; con la pérdida del control de la mayoría absoluta en San Lázaro por parte del partido oficial, se perdía también el control de la disciplina de los congresistas que caracterizó las seis década anteriores, transformando el otrora día de campo en el que la figura del presidente en turno brillaba como estrella con luz propia y se convencía a sí mismo que era el centro del sistema solar, en un tortuoso trámite constitucional que transitaba entre aplausos de los propios correligionarios y abucheos, interrupciones e interpelaciones directas al propio presidente.

Los legisladores del PAN y del PRD -en éste último caso desde su formación como partido político en las elecciones federales de 1991- y su antecedente el FDN, luchaban por darle al Congreso el peso de un poder constitucional que no tenía y que había sido socavado por el presidencialismo totalitario ejercido por el PRI.

Le tocó a Zedillo, pero fue con Fox donde el sistema posrevolucionario se vio rebasado pues no estaba diseñado para la pluralidad que el Congreso había adquirido y mucho menos para un presidente surgido de las filas de un partido político diferente al que fundó Calles, consolidó Cárdenas, adecuó Ávila Camacho y sirvió a los intereses de una clase política que utilizó el discurso de la Revolución para gobernar durante setenta años.

Aún así, y a pesar de dos presidencias panistas, las cosas no han cambiado mucho; la crisis electoral de 2006 puso al descubierto estas fallas sistémicas llegando al extremo de impedir que Vicente Fox rindiera su informe en la Tribuna de la Cámara de Diputados y, ni que decir de los subsecuentes ya con Felipe Calderón.

Como siempre pasa en estos casos, se optó por modificar la ley -en este caso la Constitución- y se libró al presidente de la obligación de presentarse ante el Congreso, aunque no de la de presentar su informe por escrito, arguyendo entre otras cosas que la ceremonia ya no respondía a los nuevos tiempos "democráticos", lindo eufemismo que sirvió para no decir abiertamente que, dadas las circunstancias Felipe Calderón no podría pisar el Congreso sin ser duramente cuestionado.

Esto al final ha propiciado que Calderón organice un acto privado donde invita a sus cercanos, se para enfrente de ellos y dice lo que él ha denominado un informe de gobierno, una especie de rendición de cuentas que más bien sirve como propaganda política ante un público a modo que no se atreverá a cuestionarlo, o por lo menos no en público ni directamente.

El llamado informe de gobierno, al no tener un marco jurídico que lo regule, no es sino una excusa para que, con el pretexto de rendir cuentas, se organicen tremendas reuniones donde lo más importante no es el derecho de informar que tiene el gobierno, ni el derecho a tal información que tenemos los ciudadanos, sino el lucimiento personal por encima del deber institucional y republicano, sin dejar de mencionar que, en el contexto que nos encontramos, es un foro para justificar sin que nadie pueda rebatirle, la absurda espiral de violencia en la que esta administración ha sumido al país, amén de representar un excesivo gasto público pues a la ceremonia, hay que sumarle la cantidad de spots en radio y televisión, que además se presentan en cadena nacional en horario estelar, la publicidad en medios impresos y las odiosas llamadas a casas particulares.

El que esta ceremonia sobreviva, es una muestra más de que se intenta gobernar como gobernó el PRI durante décadas, sin importar que ninguno de los elementos que permitieron que el presidencialismo priista subsisitiera durante tantas décadas exista en la actualidad.

No sólo es un mal gobierno, sino también un mal imitador.

---Alexred---

P.S. Piensan que de tanto repetir una mentira vamos a terminar pensando que es verdad. No. Yo no.


jueves, 18 de agosto de 2011

...esta guerra yo no la pedí...

En el año de 2006 el país entero fue testigo/víctima de la violencia generada por la lucha en el poder. Ya se habían presentado intentos, como en 1994 donde si bien, la violencia fue entre la clase política, también se amedrentó a la sociedad. La diferencia estribó en que en está última ocasión se buscó acabar -no en sentido literal como en 1994- con el adversario sin importar la fractura de la sociedad, la cual se polarizó como hacía muchas décadas no lo hacía, en dos bandos perfectamente idetificables, basta ver el cuadro del IFE con los muy controvertidos e impugnados resultados de la elección presidencial de ese año.

Pues bien, una vez hechos del poder, el grupo que se dice gobierna este país, en lugar de iniciar un proceso de recomposición social nacional, se dio a la tarea de de hacer más profunda esa división y fue todavía más lejos, pues al sacar al ejército a las calles con el pretexto de entablar una supuesta guerra contra el narcotráfico en la búsqueda de la legitimidad que fue incapaz de obtener en las urnas, en realidad lo que hizo fue establecer un cerco militar de contención social el cual estaría completado una vez aprobada la Ley de Seguridad Nacional.

La mejor manera de combatir al crimen organizado de manera eficiente por un lado, es a través de acciones concretas y efectivas en contra de las finanzas derivadas del negocio ilícito y del lavado de dinero que es dondé se reproduce, la segunda es el combate efectivo a la corrupción, en donde se persigue efectivamente a los funcionarios y políticos ligados a cualquier tipo de actividad ilegal; por otra parte, también tienen que existir políticas públicas tendientes a reducir la desigualdad social, no se habla de políticas asistencialistas que no generan más que clientelismo y fugas en el presupuesto, sino verdaderas acciones que fortalezcan la economía familiar, el ingreso per cápita, a través de la creación de empleos, mejoras al salario, oportunidades de desarrollo para su población en general, pero particularmente a la juventud  através de la educación, el deporte, la salud; también se necesita administrar los recursos públicos de tal manera que generen y fortalezcan el mercado interno. A nadie le conviene un pueblo con carencias, hambre y su juventud frustrada e inconforme a merced de los grupos criminales. 

Por el contrario, tal pareciera que ante la ineficiencia del actual "gobierno" lo mejor es apostar al olvido a través de la política de terror. Porque en realidad la "guerra" se está perdiendo, los pobres siguen aumentado, los ricos lo son más, no existen cifras que demuestren un crecimiento exponencial de los consumidores de droga en el país como sí lo hace la violencia y las muertes ligadas al crimen organizado, hemos perdido liderazgo en el mundo, y nuestra economía ha sido de las que peor se han desempeñado en el continente, se siguen perdiendo empleos y los que se crean son de muy baja calidad o incrustados en la informalidad, el ingreso pierde cada día su poder adquisitivo, hay zonas extensas en el país que el gobierno no controla, ya no es seguro circular por las carreteras, en muchas ciudades se hace más difícil salir, ya no a divertirse solamente, a cualquier hora, la corrupción gubernamental no para, los recursos derivados del crimen organizado -que además son en dólares- son una de las cuatro patas en que se sostiene la economía y por si no fuera suficiente, se ha tenido que recurrir al auxilio de gobiernos extranjeros para que vengan ha realizar el trabajo que el nacional no puede hacer.

Todo está saliendo mal.

Ninguna sociedad avanzada puede aceptar que el ejército se encuentre de manera permanente en las calles, haciendo las labores que están encomendadas a los civiles, y nosotros pareciera que no lo somos, porque no solo lo estamos aceptando, sino además no estamos acostumbrando. Hóy día, hay ciudades/comunidades enteras que claman por la presencia del ejército para que los ayude. Eso es como si yo mandara golpear a alguien de tal forma que terminara en el hospital, y una vez ahí, recibiera una visita mía para saber que fue lo que le ocurrió y yo, con el poder para ayudarle, no sólo le ofrezco protección, sino que además encuentro a sus atacantes y los meto a la cárcel -o los mato-, convirtiéndome así en su héroe y en el único ser humano en el que puede confiar.

Perdón pero no puedo aceptar eso. Aun cuando sé perfectamente que muchos de los problemas que ahora tenemos se gestaron cuando la presidencia era ocupada por el PRI, hemos llegado a éste momento por la impericia, ineficacia, tosudez e ineficiencia del gobierno en turno. Al final, consciente que soy de que hay que erradicar la corrupción y el Estado tiene la obligación legal - y hasta moral- de proteger a sus ciudadanos aun de ellos mismos, esta guerra yo no la pedí.

Así, es evidente que la estrategia es que no la hay, y además, la consigna pareciera ser que hay que reprimir al pueblo que no votó por este grupúsculo aunque en el camino se lleve entre las patas a lo poderosos intereses que lo apoyaron, haciendo que sucediera todo aquello que se supone pasaría con la llegada de López Obrador a la presidencia en el 2006 ¿Se acuerdan del cuento ese del "peligro para México"?

Hoy, mientras Calderón se organiza un show con un grupo "plural de ciudadanos" al que ha denominado "Diálogos por México", en el que sólo le formulan preguntas a modo y para su lucimiento, amén de que el cree seguramente que lo hacen ver como un gobernante democrático, el páís sigue dividido, y con una violencia alarmante que cada vez se acerca más a la ciudad sede de los poderes locales, carente de un liderazgo institucional sólido y con profundos problemas estructurales que impiden esté a la altura para enfrentar los retos y necesidades que plantea la competencia internacional.

En este contexto se desarrollarán las elecciones federales de 2012 y nadie puede asegurar que ahora las campañas serán diferentes en cuanto a contenido... y resultados.

---Alexred---

¡Qué tal el secretario de Hacienda nomeacuerdocomosellama! Ahora no sólo quiere que recordemos su nombre, sino que ya oficialmente dijo que quiere ser presidente. Son de las ventajas de ser amigo cercano de Calderón y no tener más mérito. Frivolidad pura.