"La democracia es gobierno de opinión, una acción de gobierno fundada en la opinión"-G. Sartori
Cada vez somos más los que estamos dispuestos a manifestar nuestro legítimo desacuerdo con la política de violencia institucional instaurada por Calderón. La marcha convocada por el poeta Javier Sicilia en Cuernavaca el seis de abril pasado, fue el detonante para que se organizara la población en diferentes ciudades y se manifestaran en contra de una "guerra" que no lo es y tampoco es de nosotros.
Estudiantes, amas de casa, obreros, profesionistas, poetas, escritores, políticos, actores, periodistas, fotógrafos, miles de personas que levantan la voz y piden un cambio en la estrategia que no ha solucionado el problema del tráfico ilegal de drogas ni de sus negocios derivados y concurrentes y en cambio, nos ha metido en una espiral de violencia y muerte de la cual el gobierno parece beneficiarse.
Me explico. Si en realidad el gobierno quisiera combatir la producción y tráfico de drogas en el país, en vez de sacar al ejército a las calles debió fortalecer a las autoridades financieras a efecto de controlar y detener el flujo de capital derivado del narco; al mismo tiempo, pudo iniciar la depuración de las policías, comenzando con la federal para después continuar con las locales; una estrategia integral no podía carecer de un programa social que incluyera más y mejores empleos -que además fue una promesa y lema de campaña- así como espacios de oportunidades, laborales y académicas, para los millones de jóvenes susceptibles de caer en las manos del crimen organizado. No hubiera sido una excelente manera de legitimar su cuestionado mandato.
Sin embargo, Calderón prefirió la violencia.
El 2 de febrero de 2010, escribí aquí, en "Hablando de Legitimidad" que Calderón ...De hecho, presenta un problema que es más grave aún: suponiendo -y como dicen los abogados, sin conceder- que hubiera ganado de forma apretada pero con una contundencia tal que no hubiere dejado lugar a ninguna duda, sigue apareciendo un problema de legitimidad serio, y es que en la elección de ese año, votó poco más de la mitad de las personas que podían hacerlo -alrededor del 58%-, y de ese total, sólo votaron por él ¡alrededor del 35% por ciento!*
Por eso fue tan grave la acusación de fraude, tenemos (¿tenemos kimosabi?) un tipo sentado en la silla presidencial, por el cual votó el 21% de la población en edad de votar, acusado de fraude, y tomando decisiones que afectan la vida de 110 millones de mexicanos, peleado con todos, sin apoyo real -ni siquiera un poco sólido- de su partido, y todo en nombre de "la mayoría de mexicanos que votaron" por él, rodeado además de un equipo que a todas a luces a demostrado una gran incapacidad política y administrativa, que tiene hundido al país en una de las peores crisis -de esas que presumían eran sólo priistas- económicas, políticas y sociales en México, y lo que es peor, nos tiene metidos en una "guerra" inventada por él -buscando legitimidad-, sin ton ni son y que a todas luces está perdiendo, pues tiene al país entero metido en una escalada de violencia sin precedentes.
Poco más de un año después, los resultados son por demás alarmantes: 40 mil muertos, y la cifra sigue aumentando; se ha incrementado el precio de las drogas; hay amplias zonas del país que controlan completamente los grupos delincuenciales, incluso cobran impuestos y controlan sectores de producción y cadenas comerciales legales e ilegales; se registra un aumento ligero de la población que consume drogas; hay una creciente descomposición social y la perspectiva de que empeore es real; hay participación de elementos de las fuerzas armadas en el negocio ilegal; transitar por las carreteras del país hoy es menos seguro que nunca; y un largo etcétera.
Vemos pues, que hay razones suficientes para manifestarse en contra con fuerza.
La respuesta de Calderón sigue siendo "violencia". El mismo día de la marcha, García Luna decía que la violencia durará siete años más, es el proyecto trans-sexenal. Calderón no se cansa de decir que no hay propuestas y que entonces la suya se seguirá llevando a cabo. Ni los veo, ni los oigo. Ayer el Secretario de Marina decía -según información de La Jornada del día de hoy- que en vista de que las autoridades civiles estatales han sido rebasadas por el narcotráfico, el Ejército y la Armada son los únicos que pueden garantizar la seguridad de la población ¿No es esto acaso una aceptación tácita del estado de excepción en el que nos encontramos? ¿Estamos en la antesala de la toma del poder militar?
Más aún, La Jornada ha estado hablando del dictamen/proyecto de ley sobre Seguridad Nacional que criminaliza la protesta social y autoriza al ejecutivo a utilizar el ejército en su contra si amenaza la seguridad del Estado. El Estado Mexicano preparando el autogolpe de Estado.
El pretexto es la lucha contra el narco, lucha que desde mi punto de vista es falaz pues, ya lo he dicho, el negocio del narcotráfico genera tantos millones de dólares al año que el gobierno no puede sino controlarlo, pues es uno de los pilares de una economía que no tiene dirección. La realidad, me parece, es la contención social. Si no ¿para qué tanto gasto?
---Alexred---
P.S. El presidente "electo" por el 21% de la población, ha decidido ir a la ceremonia de beatificación de Juan Pablo II, en representación dice del Estado Mexicano, en un acto que atenta contra el principio de separación Iglesia/Estado. Presidente faccioso, que expone en un comunicado de prensa cuyo título se refiere a su gira a un Estado sudamericano, su decisión. Pero ¿no tomó así posesión del cargo?