El próximo siete de octubre comienza, de acuerdo con la legislación de la materia, el año electoral, en el que se tiene contempladas elecciones en 15 entidades federativas donde en siete se elegirán gobernadores, incluyendo al Jefe de Gobierno del Distrito Federal, así como las elecciones federales donde además de la renovación del Congreso de la Unión, se llevará a acabo la elección de Presidente de la República.
El contexto en el que se desarrollará el proceso no puede ser menos alentador; por una parte, hay que considerar el clima de violencia y terror social en el que nos encontramos, en el que la escandalosa cifra de muertos rebasa ya los cincuenta mil, las fuerzas armadas se encuentran en las calles realizando labores propias de los cuerpos de seguridad pública civiles y el gobierno no controla extensas zonas del territorio nacional, donde los grupos delincuenciales hasta cobran una especie de impuesto a los comerciantes y empresarios de esas localidades, y la perspectiva de que los niveles de violencia bajen son lejanas debido entre otros factores, a una posición gubernamental enfocada a generar mayor violencia, lo que necesariamente inhibe la participación ciudadana en procesos como el que tenemos en frente.
Por otra parte, la economía no ha podido recuperarse y al igual que en la víspera de la crisis de hace dos años, no existe una estrategia que permita impulsar nuestro mercado interno, los niveles de deuda interna y externa son los más elevados en la historia al igual que el gasto programado del gobierno el cual, por increíble que parezca, está enfocado en tres rubros: el pago de la deuda (FOBAPROA-IPAB), gasto corriente (sueldos, prestaciones y gastos de funcionarios) y gasto en seguridad, es decir, ningún proyecto que permita impulsar el desarrollo tecnológico, industrial, agropecuario, etcétera, aún cuando desde el inicio del presente siglo, el gobierno ha disfrutado de ingresos súper extraordinarios derivados de los altos precios del petróleo.
Otro punto no menos importante y que será característico de este ciclo electoral es el relacionado con la corrupción en el aparato gubernamental en general y de la clase política -aquella que toma las decisiones en este país- en particular, cuyas acciones incluso, en el ambiente de violencia que vivimos, se confunden, se esconden, se camuflan con las de aquellos a quienes dicen combatir y eso se reflejará en la lucha electoral.
Ya lo estamos viendo, con campañas adelantadas, con publicidad con apariencia de noticias en horario estelar reportando sobre los logros de determinadas instituciones, siempre con un personaje que las dirige y que casualmente, tiene interés por ocupar algún cargo de elección popular, en cualquier orden de gobierno, en cualquier nivel, de todos los partidos políticos.
Seremos testigos de una lucha pragmática, por el poder y llena de ataques personales, de un lado la izquierda que no es izquierda, por el otro, la corrupción vieja y la corrupción nueva, sólo que ésta tiene el control del aparato gubernamental y la fuerza del Estado en las calles y está abiertamente dispuesta a no soltar el poder, y ya se saben el camino.
Además, a diferencia del proceso electoral de 1994, al que precedió una elección tan cuestionada, en esta ocasión la autoridad electoral tiene poca credibilidad ante la sociedad y los actores políticos, estos últimos los cuales lo mantienen debilitado pues, la experiencia de 2006 dejó en claro que aquel que controle al árbitro tiene de su lado gran parte del proceso (sino hay que revisar las declaraciones de Josefina Váquez Mota respecto de Carlos Ugalde la semana pasada), por eso no han elegido a los consejeros del IFE, aun en contra de una disposición constitucional. Cómo dicen en el dominó "también con la pluma se gana".
Estamos pues, frente a un escenario complicado como sociedad pues en realidad han estado minando en nuestro inconsciente la idea de participar aunque sea sólo a través de un ejercicio tan básico como el de ir a votar; tendremos un proceso en el que una vez más nos ofrecerán mil cosas sin decirnos exactamente como lo van a lograr, en donde la mierda será el factor común de la lucha política -ya empezamos a ver muestras de ello- con una autoridad electoral vulnerada y con poco reconocimiento social y donde sólo exhibirán lo peor de sus miserias, ante millones de mexicanos y ante el mundo entero, y en horario triple A.
Y mientras tanto seguiremos hundidos en la pobreza, el desempleo y la violencia extrema...
---Alexred---
P.S.
El día de hoy PsychoCircus cumple su segundo aniversario ¡Gracias, muchas gracias a todos por leerme! Sin ustedes este espacio no tendría razón de ser.