lunes, 2 de enero de 2012

Inicio de año.

Inicia el 2012 y con él, los últimos días de una presidencia que devino una caricatura, y que a pesar de ello, no ha dejado de ser tan costosa como violenta. o quizá en esto último recaiga su alto costo.

La impericia, la falta de un proyecto claro, la soberbia y la tosudez son algunas de sus características, y varios miles -sino millones- de mexicanos esperamos que ya se acabe.

El año que comienza no es muy halagüeño, ni en lo político, ni en lo social, ni en lo económico. El inicio de las precampañas que más bien buscan posicionar a los supuestos precandidatos (me refiero también a los únicos) en el imginario de la población más allá de las fronteras partidistas, han arrancado con una anticipación tal, que trasgrede la ley, y una vez que comienzan formalmente, están llenas de ataques personales, mutuas acusaciones, y ejércitos enteros llevando a cabo una intensa "guerra sucia" en donde todos son enemigos y cuyas valoraciones no resistirían un análisis serio, pero ¿eso que importa?

El peligro es claro, hace seis años los poderes formales y los reales, sumaron todos sus esfuerzos -y sus recursos- en impedir la llegada de la izquierda electoral; apoyados en una derecha retrógrada, empredieron una campaña de terror, mucho más fuerte, me parece, que la que el PRI-gobierno utilizó en 1994, pues además tuvo como ingrediente el odio, ocasionando un fractura en la sociedad mexicana de grandes dimensiones.

El objetivo se alcanzó (ayudado por los graves errores cometidos por esa izquierda electoral), no sin dañar seriamente la democracia mexicana y sus instituciones. Sin embargo los resultados no fueron los esperados por ninguno de los factores reales que apoyaron la campaña, pues el peligro que tanto se pregonó desde el poder y con su ayuda, no pudo ser mejor representrado en la práctica más que por aquellos que arribaron al gobierno.

Sesenta mil muertos; cientos de desaparecidos; vastas zonas fuera del control estatal; una dependencia del exterior sin precedente; la soberanía vulnerada y reducida de tal manera que no podemos más que recordar el tristemente ilustre Segundo Imperio Mexicano; desigualdad social; violencia y desmadre generalizados (en tiempos de "paz"); y como corolario, el ejército en las calles, amenazando a cualquier intento de movilización social con el pretexto de la seguridad interior.

Pero es que no se podía esperar nada mejor de un gobierno proveniente de una derecha que ha aprisionado, debiera decir acumulado, en su interior alrededor de siglo y medio de rencor y ánimo de venganza; más cuando sólo es representante de una ínfima parte del electorado.

Ahí están los hechos, uná nación con nuestro potencial hundido en la medicridad; con tasas de crecimiento que son casi cercanas al cero; pérdida constante y regular del ingreso; desigualdad social; desempleo; cierre ilegal de empresas públicas, que contrastan con los altos sueldos de la clase gobernante, como si hicieran bien su trabajo: ironías del sistema, el presidente y alrededor de un millar de altos funcionarios, reciben un bono extra por concepto de "riesgo" mientras es la población de a pie, la que está a merced del fuego cruzado entre los "buenos" y los "malos", de una guerra que no provocaron (miemtras el salario mínimo ni siquiera cumple el mandato constitucional).

Hoy más que nunca, el peligro real se encuentra en el ánimo de repetir seis años más la misma dosis de terror e ineficacia, sin importar si atropellan y destruyen las instituciones que han malreconstruido de la "democracia mexicana".

Eso es lo malo, pero lo peor es que no hay para dónde voltear...

---Alexred---

P.S.

¡Feliz Año Nuevo!



1 comentario:

  1. No se si el animo de iniciar el año provoca tener una vision caotica, no niego que la situacion en el pais no es la mejor, pero si revisamos lo que se escribe los primeros dias de enero, podemos ver similitudes.
    El analisis debe iniciar de revisar las cifras, tanto oficiales como de ONG´s y de organizaciones civiles, posiblemente los numeros nos ayuden a situarnos en la realidad y ser propositivos.
    La critica es necesaria, la reflexion obligada, pero no son suficientes si no contribuyen a marcar un rumbo.

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