martes, 29 de diciembre de 2009

De reacciones y otras monerías.

A la alta jerarquía católica le sucede lo que a la clase política: cada vez están más lejos de la base popular que se supone dirigen.

En efecto, las reacciones del alto clero católico así lo indican y como ejemplo tenemos lo publicado el día de hoy por La Jornada, en relación a las declaraciones del arzobispo de Michoacán, quien dijo que: los perros no hacen el sexo entre dos del mismo sexo; normalmente la inclinación natural es relacionarse de forma heterosexual*. 


Peor aún, ese es el nivel del debate, con esos datos científicos muy parecidos -guardando las debidas proporciones- a los que se utilizaron para callar a Galileo y la teoría de que era la tierra la que giraba al rededor del sol. Ojalá que no nos veamos nunca envueltos en el debate que durante el periodo de Bush hijo en los Estados Unidos, se dio en ese país, referente al impulso del "creacionismo" como teoría científica.


Pero desafortunadamente, para allá vamos. Uno de los grandes logros que ha tenido la humanidad en general -por lo menos en occidente- y nuestro país en particular, es lograr la separación de la Iglesia y el Estado, situación tan simple como aquella frase de que "al César lo que es del César..." y que sin embargo costo muchas vidas. La laicidad del Estado no es otra cosa más que el respeto y tolerancia a las creencias de las personas y salvaguardar que esas mismas creencias no afecten la actividad pública. Hoy ya quitaron la educación sexual del libro de ciencias naturales de sexto de primaria.


Entonces por qué es que cada vez más vemos a la Iglesia intervenir en los asuntos del Estado; por qué la Iglesia habla abiertamente en contra o a favor de tal o cual partido o gobierno o iniciativa o ley o cualquiera de esas cosas que son jurisdicción de los hombres. ¿No deberían -por ejemplo- arreglar primero el cochinero que se traen con el asunto de los padres pederastas? 


Tenemos una Iglesia hipócrita, que así nos ha educado; cuántos de nosotros no conocemos a una señora que se la pasa hablando de Dios, yendo a misa todos los días y en sus relaciones con los vecinos es pésima, chismosa e intrigosa. Cuántos no conocemos al padre de familia modelo y con una gran disciplina en casa, que tiene "casa chica". Nuestros políticos son iguales, Calderón en campaña le dijo a López Dóriga en una entrevista en su noticiario que el era católico practicante y se consideraba un "pecador estandar", hoy conocemos lo que para el son pecados "comunes": eso es hipocresía. Hace un par de semanas vimos el espectáculo montado por Peña Nieto con el Papa en su visita al Vaticano, esto me hace recordar la acción del Padre de nuestra Patria pero a la inversa; mientras tanto la gente está feliz de ver a la gaviota a un paso del altar y leyendo las revistas de espectáculos que se refieren a su vestimenta como "el de una primera dama". En el colmo de la irresponsabilidad, hace un mes vimos al dirigente del SME convocar a la lucha por la defensa de LyF del Centro ¡con un estandarte de la Virgen de Guadalupe!


Lo peor es que en estos tiempos de crisis los del "Pare de Sufrir" están haciendo su agosto.


En lo dicho, lo más cercano de la gente son las fotografías de Peña Nieto en Tvnotas y esas revistas. 


---Alexred---


P.S. 
El encabezado de El Universal del sábado pasado fue: "El narco fortaleció su poder en una década". La pregunta obligada ¿Qué no son los mismos años que llevan los panistas como gobierno? 




*Fuente: La Jornada 29 de diciembre de 2009

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Aborto y matrimonio entre personas del mismo sexo...

Hace poco, en una especie de examen oral para un concurso público, me preguntaron cuál era mi opinión acerca del aborto y las reformas hechas en el Distrito Federal al respecto. Mi respuesta fue que era una obligación del Estado dotar de capacidad legal a los ciudadanos para elegir, me explico, en el caso del aborto, es un fenómeno social que por su estatus legal -antes de la reforma- había creado un mercado clandestino -y clandestino debería de ir entre comillas ya que cualquiera podía saber a donde podía acudir- que por serlo, en los casos en donde no existían las posibilidades para pagar un buen lugar donde practicarlo, se realizaba en condiciones que no cubrían el mínimo de seguridad e higiene que aseguraran la integridad de la paciente. Sin embargo, el índice de muertes y lesiones que incluso podían impedir a las mujeres volver a concebir por abortos mal practicados era ya un problema de salud pública -lo era en el Distrito Federal y lo es en el resto de las entidades federativas-. Nos encontramos pues con una situación en la que el aborto aunque ilegal, era una práctica digamos cotidiana. 

Ante esta situación, el Gobierno y la Asamblea del D.F. decidieron crear una ley que permitiera a las mujeres que por cualquier situación se embarazaran, decidir practicarse el aborto antes de las doce semanas de gestación, en condiciones que les aseguraran que su vida y salud no corriera riesgo, dando además, todo una serie de información y de apoyo sicológico antes y después que le ayuda a la mujer primero a tomar una decisión y, segundo, de ser el caso tener un soporte que le permita transitar por el trauma que puede ocasionar un evento de este tipo. De igual forma, permitió a los doctores alegar la llamada "objeción de conciencia" para no practicarlo pero no así a las instituciones de salud pública del Gobierno del D.F.

Uno de los argumentos en contra de la medida fue que se dispararía el número de casos en los que las mujeres querrían abortar, como si se tratara de ir a comprar tortillas. La realidad es que se ha tenido un mayor control sobre el asunto, y las mujeres tienen en el D.F. la posibilidad de realizar un aborto si así fuere su decisión, sin temor a ser perseguidas y -lo más importante- con la seguridad que los riesgos serán menores.

Las mujeres defensoras del aborto alegan su derecho a decidir sobre lo que ocurre en su cuerpo, y yo creo que no debe ser una decisión fácil de tomar, sin embargo en el D.F. tienen la seguridad que la ley les otorga, de que no serán criminalizadas por tomarla y que el aborto será realizado en las condiciones de seguridad e higiene necesarias para un proceso como éste. 

Es decir, el Estado -en este caso el Gobierno del D.F.- ha dotado de las herramientas legales para que sus ciudadanos decidan que es lo que mejor les conviene hacer y este marco legal ha permitido que el índice de mujeres que muere o son gravemente lesionadas por un aborto mal practicado baje.

Todo esto porque lo mismo sucede con el caso de los matrimonios entre personas del mismo sexo y su posibilidad de adoptar. En el D.F., la legislación está dotando de igualdad a sus ciudadanos, mismos que eran discriminados por sus preferencias sexuales, es decir les está dando el marco jurídico para que tomen un decisión y puedan tener la protección de la ley.

Por supuesto que saqué una muy baja calificación en el referido examen.

---Alexred---

P.S.
¿Por qué hay cada vez más dudas sobre el operativo en contra del "Jefe de jefes"?

viernes, 18 de diciembre de 2009

Psycho Circus

Psycho Circus...

Un Presidente que sin consultarlo con nadie decidió enviar una iniciativa que medio reforma al Estado, y medio lo deja como está...

Una iniciativa que, curiosamente, trae casi las mismas propuestas que las publicadas en una revista de prestigio por José María Córdoba Montoya, súper asesor y secretario particular del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari...

En el Distrito Federal, Juanito primero dijo que no se iba, y después hasta anunció que su siguiente licencia sería permanente... Hoy lo podemos ver en una obra de teatro en el Blanquita con quien quería que fuera su  secretario de Cultura, el Caballo Rojas...

Iztapalapa hoy es gobernada por Clara Brugada, de quien los panistas en la capital habían dicho que no respaldarían para que regresara después de quitar a Juanito...

La Armada de México realizó un operativo exitoso en contra de uno de los más importantes capos del narcotráfico... Rodeolo, matolo, exhibiolo, como en portada de la revista ¡Alarma! en un lujoso condominio ¡en Cuernavaca!... Ahora nos vamos a tener que acostumbrar a ver resguardados los balnearios de esa bellísima entidad por gente de la Marina...

Finalmente recibimos los helicópteros ultra modernos para el combate al narcotráfico como parte de la Iniciativa Mérida...

Carstens ya fue ratificado como el nuevo gobernador del Banco de México, en sustitución de Guillermo Ortiz quien antes de ocupar ese cargo fue secretario de Hacienda del gabinete de Zedillo... Lo recibieron las calificadoras internacionales con la noticia de que nuestra calificación bajaba por el mal desempeño de la economía... El Doctor dijo que no le importaba...

Mientras tanto, los panistas, o mejor dicho Calderón, tomó las riendas de Hacienda con un "casi nadie se acuerda cómo se llama" y metió a su antiguo secretario al Banco de México... INEGI por su parte es controlado por un antiguo colaborador de FOX.

En el plano internacional, Berlusconi fue atacado por otro loco y le rompieron la nariz que ya tenía operada...

En Copenhague, el acuerdo a que están llegando los líderes internacionales nos da lugar a permitir un calentamiento de 3 grados en los próximos años, lo que a decir de muchos expertos, condena a la desaparición a comunidades enteras...

Obama en este foro aceptó la responsabilidad de su país en cuanto a la emisión de gases y exigió llegar a un acuerdo...

La semana pasada cuando recibió el Nobel de la Paz, justificó la guerra...

Psycho Circus...

---Alexred---

viernes, 11 de diciembre de 2009

"El hombre, lobo del hombre”. Thomas Hobbes (III y última)

Las anteriores entregas hemos hablado sobre el Estado según la concepción de Hobbes; ha sido sólo un fragmento de un ensayo académico, el cual en esta ocasión trataré de concluir adecuándolo con situaciones cotidianas.


Pues bien, como hemos podido leer, Hobbes es uno de los primeros teóricos del lo que denominamos el Estado moderno, donde a pesar de su época, se atreve entre otras cosas, a separar la autoridad divina de la humana, paso importante en la formación del Estado.


Pero aterricemos. ¿Cómo podemos utilizarlo para hablar específicamente del Estado mexicano y su conformación? La respuesta no es tan complicada. Si comenzamos por la pregunta ¿qué elementos nos permiten hablar de la conformación del Estado mexicano? -obviamente hablamos del Estado posrevolucionario-.


Básicamente, el control efectivo sobre la población, el territorio y los factores reales de poder, a través de la pacificación y sofocación de los grupos o personajes revolucionarios que creían tener la suficiente fuerza para disputarle el poder al grupo Sonora. Pero el factor más importante, fue la institucionalización del país que sentaría las bases para permitir la instauración y desarrollo del “nuevo” sistema político.



En efecto, las características del sistema político a partir del este periodo se centraron en primer lugar como alianza institucionalizada de grupos sociales organizados como poderes de hecho; en segundo lugar, el presidente fue consagrado constitucionalmente con poderes extraordinarios permanentes; en tercer lugar, el presidente se consolidó como árbitro supremo a cuya representatividad todos los grupos sometían sus diferencias y por cuyo conducto legitimaban sus intereses; en cuarto lugar se mantuvo y estimuló en las masas el culto, no sólo al presidente, sino al poder presidencial; en quinto lugar se utilizaron formas tradicionales de relación personal, el compadrazgo y el servilismo, como formas de dependencia y control del personal político puesto al servicio del presidente y de la administración que encabezaba. El presidente había dejado de ser una persona y se convirtió en una institución, la asociación y los conflictos se institucionalizaron. La alianza entre los diferentes grupos sociales constituyó el conducto del poder social.


Con el cambio de partido en el gobierno, las reglas no escritas que regulaban las relaciones de poder, se rompieron y el presidente perdió el control metaconstitucional sobre los actores políticos que le había otorgado el viejo régimen, ocasionando un vacío de poder como en ningún otro momento se había presentado, y aquí hemos afirmado que en la política cuando se crea un vacío de poder inmediatamente es ocupado por aquello a lo que el maestro González  Casanova llama factores reales de poder.


Hoy en día, esas características que, según yo, constituyeron aquello que nos permitiría hablar sobre la conformación del Estado mexicano posrevolucionario se han perdido: en la actualidad es más que evidente que no existe un control efectivo ni de la población, mucho menos del territorio y ni que decir acerca de los factores formales de poder. Apenas en estos días, después de nueve años de gobiernos panistas, el presidente tomó el control efectivo de la hacienda pública, pero eso es motivo de otro comentario.


Recordemos que para Hobbes, la soberanía tiene una gran importancia, y en efecto, su esencia parte de la pertenencia a los hombres y de su deseo de saberse protegidos contra ellos mismos o contra otros hombres. Es pues la soberanía el pilar fundamental donde descansa el Estado; y este poder soberano es indivisible, y aunque radique en un hombre o en una asamblea de hombres, es tan grande como los hombres son capaces de hacerlo. Y para nuestro autor, las consecuencias de la falta de este poder ilimitado son peores debido a la naturaleza del hombre, pues podría significar la guerra perpetua de cada hombre con su vecino.


Es por esto que el pacto en el que los hombres depositan su soberanía individual para establecer un poder soberano, se convierte en el elemento más importante a través del cual el soberano puede gobernar, tomar las decisiones necesarias para lograr el objetivo primordial por la que se crea un Estado, que es el bienestar colectivo y el mantenimiento de la paz, y auque el Estado para Hobbes debe ser absolutista, otorga las bases que darán los elementos necesarios para la administración del Estado como lo conocemos hoy en día.


Basta con observar como están las cosas en este momento para comprobar que ni siquiera en una de las concepciones primigenias del Estado -aunque no menos importante-, el Estado mexicano no cumple con los requisitos mínimos para protegernos siquiera, de nosotros mismos.


---Alexred---







miércoles, 9 de diciembre de 2009

"El hombre, lobo del hombre”. Thomas Hobbes (II)


Para Hobbes una parte fundamental del Estado y de su gobierno es la soberanía de la que emanan, fuente de toda autoridad ya que otorga –dice- el poder soberano, el cual es indivisible. Este poder (soberano) se alcanza mediante dos caminos. En primer lugar, por la fuerza natural, como cuando un hombre hace que sus hijos y los hijos de sus hijos le estén sometidos, siendo capaz de destruirlos; o que por actos de guerra somete a sus enemigos a su voluntad, concediéndoles la vida a cambio de esa sumisión, llamándole a este Estado por adquisición. En segundo lugar, cuando los hombres se ponen de acuerdo entre sí, para someterse a algún hombre o asamblea de hombres voluntariamente, en la confianza de ser protegidos por ellos contra todos los demás, llamando a este otro Estado por institución.

Un Estado ha sido instituido cuando una multitud de hombres convienen y pactan, cada uno con cada uno, que a un cierto hombre o asamblea de hombres se le otorgará, por mayoría, el derecho de representar a la persona de todos (es decir, de ser su representante). Cada uno de ellos, tanto los que han votado en pro como los que han votado en contra, debe autorizar todas las acciones y juicios de ese hombre o asamblea de hombres, los mismo que si fueran suyos propios, al objeto de vivir apaciblemente entre sí y ser protegidos contra otros hombres.

Como podemos observar, es en esta postura en la que se Hobbes renuncia a la tesis de que el soberano sea de institución divina, por eso Heller lo considera como el fundador de las modernas ciencias políticas, ya que da al poder del Estado y del soberano una fundamentación esencialmente independiente de la ético-religiosa[1].

Asimismo, podemos observar también la importancia de la función social del Estado que justifica la necesidad de un poder político absoluto emanado como ya se menciono, de la decisión soberana de los hombres que al pactar han instituido al Estado y al hacerlo derivan todos los derechos y facultades de aquel o de aquellos a quienes se confiere el poder soberano[2].

Vemos también que con esta doctrina contractual el Estado recibe por primera vez, una fundamentación referida a la función de la organización estatal en el seno de la totalidad social. En primer lugar –nos señala Hobbes-, puesto que pactan no están obligados por un pacto anterior a alguna cosa que contradiga el nuevo pacto, por lo que quedan obligados por éste, a considerar como propias las acciones y juicios del soberano; se obligan a obedecer al monarca y a considerar como propio y ser reputados como autores de todo aquello que pueda hacer y considere adecuado llevar a cabo; y no pueden transferir su personalidad a otro hombre o asamblea de hombres.

De igual manera, como el derecho de representar la persona de todos se otorga a quien todos constituyen en soberano, solamente por pacto de un a otro, y no del soberano en cada uno de ellos, no puede existir quebrantamiento de pacto por parte del soberano, y en consecuencia ninguno de sus súbditos, fundándose en una infracción, puede ser liberado de su sumisión.

En tercer lugar, nos habla de la sujeción de los individuos que van en contra de la mayoría a ésta, quien disiente ahora debe consentir con el resto o exponerse a ser eliminado; pues voluntariamente ingresó en la congregación de quienes constituyeron la asamblea.

También, en el marco de la institución y dada su naturaleza contractual, cualquier cosa que haga el soberano no puede constituir injuria para ninguno de sus súbditos, ni debe ser acusado de injusticia por ninguno de ellos. Quienes tienen poder soberano pueden cometer iniquidad, pero no injusticia ni injuria en la auténtica acepción de esas palabras. Además le corresponde de derecho a cualquier hombre o asamblea que tiene la soberanía, ser juez a un mismo tiempo de los medios de paz y de defensa, y juzgar también acerca de los obstáculos e impedimentos que se oponen a los mismos, pues es el fin de esta institución la paz y la defensa de todos.

En consecuencia, corresponde a quien tiene poder soberano, ser juez o instituir todos los jueces de opiniones y doctrinas como una cosa necesaria para la paz, al objeto de prevenir la discordia y la guerra civil.

De igual manera, es inherente a la soberanía el pleno poder de prescribir las normas en virtud de las cuales cada hombre puede saber qué bienes puede disfrutar y qué acciones puede llevar a cabo sin ser molestado por cualquiera de sus conciudadanos, el respeto pues a la propiedad que las leyes civiles han de reglamentar.

En este punto, Hobbes afirma también que le asiste a la soberanía el derecho a la judicatura que la define como oír y decidir todas las controversias que puedan surgir respecto a la ley, bien sea civil o natural, con respecto a los hechos, ya que sin decisión de las controversias no existe protección para un súbdito contra las injurias de otro, lo que conlleva a que por el apetito natural y necesario de su propia conservación, el derecho de protegerse a sí mismo con su fuerza particular, es competencia de cada hombre y condición de guerra, principios que van en contra de los fines para los cuales se instituyó el Estado.

En noveno lugar, es inherente a la soberanía el derecho de hacer guerra y paz con otras naciones y Estados, juzgar cuándo es para el bien público y qué cantidad de fuerza deben ser reunidas, armadas y pagadas para ese fin, y cuánto dinero se ha de recaudar de los súbditos para sufragar los gastos consiguientes. Hobbes hace énfasis en la importancia del ejército como defensor del pueblo y su potencialidad radica en la unión de sus fuerzas bajo un mando, que compete al soberano instituido.

Además, también la elección de todos los consejeros, ministro, magistrados y funcionarios, es competencia del soberano tanto en la paz como en la guerra. Asimismo, le corresponde el poder de recompensar con riquezas u honores y de castigar con penas corporales o pecuniarias, o con la ignominia, a cualquier súbdito, de acuerdo con la ley que él previamente estableció[3].

Observamos pues, una importante carga conferida al Estado y su soberano  en cuanto la trascendencia que tiene garantizar el orden, el gobernante, una vez electo, no depende en lo sucesivo de la participación y del consentimiento de los ciudadanos. El poder soberano se unifica en manos del gobernante ya instituido; todos los demás son, incondicional e irreversiblemente sus súbditos[4].

Ahora, el gobierno por institución puede ser: cuando el representante es un hombre, el gobierno es denominado Monarquía; cuando lo es una asamblea de todos cuantos quieran concurrir a ella, se llama Democracia o gobierno popular; cuando el gobierno es de una parte solamente, se nombra Aristocracia. Estas expresiones para Hobbes son las únicas que existen, ya que necesariamente uno o más o todos deben tener el poder soberano (el cual se ha dicho, es indivisible).

La diferencia entre estos tres géneros de gobierno no consiste en la diferencia de poder, sino en la diferencia de conveniencia o aptitud para producir la paz y la seguridad del pueblo. Hobbes, quién abiertamente defiende la monarquía, la compara con las otras dos formas de gobierno y llega a la conclusión de que aquella es mejor; primero porque afirma que en la monarquía el interés público coincide con el privado. Quien representa la persona del pueblo, o es uno de los elementos de la asamblea representativa, sustenta también su propia representación natural. Y aun cuando su persona política procure por el interés común, no obstante procurará más, o menos cuidadosamente, por el particular beneficio de sí mismo, de sus familiares, parientes y amigos; en la monarquía la riqueza el poder y el honor de un monarca descansan solamente sobre la riqueza, el poder y el honor de sus súbditos. En cambio en una democracia o aristocracia, la prosperidad pública no se conlleva tanto con la fortuna particular de quien es un ser corrompido o ambicioso.

En segundo lugar, un monarca recibe consejo de aquél, cuando y donde le place, y por consiguiente, puede escuchar la opinión de hombres versados en la materia sobre la cual se delibera, cualquiera que sea su rango y calidad, y con la antelación y con el sigilo que quiera. Pero cuando una asamblea soberana tiene necesidad de consejo, nadie es admitido a ella sino quien tiene un derecho desde el principio.

De igual manera, las resoluciones de un monarca no están sujetas a otra inconstancia que la de la naturaleza humana; en cambio, en las asambleas aparte del inconstancia propia de la naturaleza, existe otra que deriva del número. La ausencia de unos pocos, que hubieran hecho continuar firme la resolución una vez tomada o la apariencia negligente de unos pocos de opinión contraria hace que no se realice hoy lo que ayer quedó acordado.

En otro punto, un monarca no puede estar en desacuerdo consigo mismo por razón de envidia o interés; en cambio puede estarlo una asamblea, y en grado tal que se produzca una guerra civil.

En quinto lugar, a pesar de que entre los inconvenientes de la monarquía existe el de que cualquier súbdito puede ser privado de cuanto posee, por el poder de un solo hombre, lo mismo puede ocurrir muy bien cuando el poder soberano reside en una asamblea, porque su poder es el mismo, y sus miembros están tan sujetos al mal consejo y a ser seducidos por los oradores como un monarca por quienes lo adulan; y al convertirse unos en aduladores de otros, se van sirviendo mutuamente su codicia y ambición. Y mientras que los favoritos de los monarcas son pocos, y no tienen que aventajar sino a los de su propio linaje, los favoritos de los monarcas son pocos, y sus allegados muchos más numerosos que los de cualquier monarca.


El Viernes las conclusiones


---Alexred---



[1] Heller. Op cit. Idem
Asimismo, la relación al respecto que guardan los súbditos, en el Leviatán dice: …Y cuando algunos hombres, desobedientes a su soberano, pretenden realizar un nuevo pacto no ya con los hombres, sino con Dios, esto también es injusto, porque no existe pacto con Dios, sino por mediación de alguien que represente a la persona divina; esto no lo hace sino el representante de Dios que bajo él tiene la soberanía. Pero esta pretensión de pacto con Dios es una falsedad tan evidente, incluso en la propia conciencia de quien la sustenta, que no es sólo un acto de disposición injusta, sino también vil e inhumana. Hobbes. Op Cit.
[2] Hobbes cuando se refiere a la o las personas a quien o a quienes se confiere el poder soberano, habla sobre las distintas formas de gobierno que existen según su concepción: Monarquía, democracia y aristocracia, de las cuales haremos referencia más adelante.
[3] Hobbes. Op cit.
[4] Zippelius. Op cit p 117

viernes, 4 de diciembre de 2009

“El hombre, lobo del hombre”. Thomas Hobbes (I)


El Estado o mejor dicho su esencia, es definida por Hobbes como una persona de cuyos actos una gran multitud por pactos mutuos, realizados entre sí, ha sido instituida por cada uno como autor al objeto de que pueda utilizar la fortaleza y medios de todos, como lo juzgue oportuno, para asegurar la paz y defensa común, siendo el titular de esta persona SOBERANO, y del cual se dice tiene poder soberano y cada uno de los que le rodean es súbdito suyo[1].

Para Hobbes, la causa final –o designio de los hombres- al introducir esta restricción sobre sí mismos es el cuidado de su propia conservación y, por añadidura, el deseo de abandonar esa miserable condición de guerra que es consecuencia de las pasiones naturales de los hombres, cuando no existe poder visible que los tenga a raya y los sujete, por temor al castigo, a la realización de sus pactos y a la observancia de las leyes de la naturaleza.

El hombre, lobo del hombre, frase fatal que señala tal cual la naturaleza humana dominada por sus pasiones. Hobbes plantea la necesidad de dos contratos, el contrato social por el que cada individuo promete a los demás someterse al mismo jefe, y aquel otro por el cada miembro cede al jefe el derecho, que en estado de naturaleza posee, de regirse a sí mismo[2].

La comparación y análisis en torno a otras criaturas vivas, como las abejas y las hormigas que hace en su obra el Leviatán, sienta las bases para establecer la necesidad que el hombre tiene del Estado y justificar su existencia. Al respecto, señala las principales diferencias en el actuar natural de los hombres, respecto de aquellas otras, las enumera:

  • Primero, que los hombres están en continua pugna de honores y dignidad y a ello se debe que entre éstos surjan la envidia y el odio, y finalmente la guerra.
  • Segundo, que entre esas criaturas, el bien no difiere del individual, y aunque por naturales propenden a su beneficio privado, procuran ala vez por el beneficio común. En cambio el hombre cuyo goce consiste en compararse a sí mismo con los demás hombres, no puede disfrutar otra cosa sino lo que es eminente.
  • Tercero, que esas criaturas no teniendo uso de razón, no ven, ni piensan que ven ninguna falta en la administración de su negocio común; en cambio entre los hombres hay muchos que se imaginan a sí mismos más sabios y capaces para gobernar la cosa pública; dichas personas se afanan por reformar e innovar, con lo cual acarrean perturbación y guerra civil.
  • Cuarto, que aun cuando estas criaturas tienen voz, en cierto modo, para darse a entender unas a otras sus sentimientos, necesitan este género de palabras por medio de las cuales los hombres pueden manifestar a otros los que es Dios, en comparación con el demonio, y lo que es el demonio en comparación con Dios, y aumentar o disminuir la grandeza aparente de Dios y del demonio, sembrando el descontento entre los hombres, y turbando su tranquilidad caprichosamente.
  • Quinto, que las criaturas irracionales no pueden distinguir entre injuria y daño y, por consiguiente, mientras están a gusto, no son ofendidas por sus semejantes. En cambio el hombre se encuentra más conturbado cuando más complacido está porque es entonces cuando le agrada mostrar su sabiduría y controlar las acciones de quien gobierna el Estado.
  • Sexto, la buena inteligencia de esas criaturas es natural; la de los hombres lo es solamente por pacto, es decir, de modo artificial. No es extraño, por consiguiente, que se requiera algo más que haga su convenio constante y obligatorio, ese algo es un poder común que los mantenga a raya y dirija sus acciones hacia el beneficio colectivo[3].
Es en razón de estas características que llega a la conclusión de que el único camino para erigir semejante poder común capaz de defenderlos contra la invasión de los extranjeros y contra las injurias ajenas, asegurándoles de tal suerte que por su propia actividad y por los frutos de la tierra puedan nutrirse a sí mismo y vivir satisfechos, es conferir todo su poder y fortaleza a un hombre o a una asamblea de hombres, todos los cuales por pluralidad de votos, puedan reducir sus voluntades a una voluntad[4]

Para Hobbes una parte fundamental del Estado y de su gobierno es la soberanía de la que emanan, fuente de toda autoridad ya que otorga –dice- el poder soberano, el cual es indivisible. Este poder (soberano) se alcanza mediante dos caminos. En primer lugar, por la fuerza natural, como cuando un hombre hace que sus hijos y los hijos de sus hijos le estén sometidos, siendo capaz de destruirlos; o que por actos de guerra somete a sus enemigos a su voluntad, concediéndoles la vida a cambio de esa sumisión, llamándole a este Estado por adquisición. En segundo lugar, cuando los hombres se ponen de acuerdo entre sí, para someterse a algún hombre o asamblea de hombres voluntariamente, en la confianza de ser protegidos por ellos contra todos los demás, llamando a este otro Estado por institución.

Un Estado ha sido instituido cuando una multitud de hombres convienen y pactan, cada uno con cada uno, que a un cierto hombre o asamblea de hombres se le otorgará, por mayoría, el derecho de representar a la persona de todos (es decir, de ser su representante). Cada uno de ellos, tanto los que han votado en pro como los que han votado en contra, debe autorizar todas las acciones y juicios de ese hombre o asamblea de hombres, los mismo que si fueran suyos propios, al objeto de vivir apaciblemente entre sí y ser protegidos contra otros hombres.

 (CONTINUARÁ...)



[1] Hobbes, Thomas. El Estado. Parte 1 de las causas, generación y definición de un Estado. Fondo de Cultura Económica México 1997. Recurso electrónico a través de BIDIUNAM
[2] Heller, Herman. Teoría del Estado. Fondo de Cultura Económica. México 2000. p 38
[3] Hobbes. Op cit.
[4] Idem.