viernes, 11 de diciembre de 2009

"El hombre, lobo del hombre”. Thomas Hobbes (III y última)

Las anteriores entregas hemos hablado sobre el Estado según la concepción de Hobbes; ha sido sólo un fragmento de un ensayo académico, el cual en esta ocasión trataré de concluir adecuándolo con situaciones cotidianas.


Pues bien, como hemos podido leer, Hobbes es uno de los primeros teóricos del lo que denominamos el Estado moderno, donde a pesar de su época, se atreve entre otras cosas, a separar la autoridad divina de la humana, paso importante en la formación del Estado.


Pero aterricemos. ¿Cómo podemos utilizarlo para hablar específicamente del Estado mexicano y su conformación? La respuesta no es tan complicada. Si comenzamos por la pregunta ¿qué elementos nos permiten hablar de la conformación del Estado mexicano? -obviamente hablamos del Estado posrevolucionario-.


Básicamente, el control efectivo sobre la población, el territorio y los factores reales de poder, a través de la pacificación y sofocación de los grupos o personajes revolucionarios que creían tener la suficiente fuerza para disputarle el poder al grupo Sonora. Pero el factor más importante, fue la institucionalización del país que sentaría las bases para permitir la instauración y desarrollo del “nuevo” sistema político.



En efecto, las características del sistema político a partir del este periodo se centraron en primer lugar como alianza institucionalizada de grupos sociales organizados como poderes de hecho; en segundo lugar, el presidente fue consagrado constitucionalmente con poderes extraordinarios permanentes; en tercer lugar, el presidente se consolidó como árbitro supremo a cuya representatividad todos los grupos sometían sus diferencias y por cuyo conducto legitimaban sus intereses; en cuarto lugar se mantuvo y estimuló en las masas el culto, no sólo al presidente, sino al poder presidencial; en quinto lugar se utilizaron formas tradicionales de relación personal, el compadrazgo y el servilismo, como formas de dependencia y control del personal político puesto al servicio del presidente y de la administración que encabezaba. El presidente había dejado de ser una persona y se convirtió en una institución, la asociación y los conflictos se institucionalizaron. La alianza entre los diferentes grupos sociales constituyó el conducto del poder social.


Con el cambio de partido en el gobierno, las reglas no escritas que regulaban las relaciones de poder, se rompieron y el presidente perdió el control metaconstitucional sobre los actores políticos que le había otorgado el viejo régimen, ocasionando un vacío de poder como en ningún otro momento se había presentado, y aquí hemos afirmado que en la política cuando se crea un vacío de poder inmediatamente es ocupado por aquello a lo que el maestro González  Casanova llama factores reales de poder.


Hoy en día, esas características que, según yo, constituyeron aquello que nos permitiría hablar sobre la conformación del Estado mexicano posrevolucionario se han perdido: en la actualidad es más que evidente que no existe un control efectivo ni de la población, mucho menos del territorio y ni que decir acerca de los factores formales de poder. Apenas en estos días, después de nueve años de gobiernos panistas, el presidente tomó el control efectivo de la hacienda pública, pero eso es motivo de otro comentario.


Recordemos que para Hobbes, la soberanía tiene una gran importancia, y en efecto, su esencia parte de la pertenencia a los hombres y de su deseo de saberse protegidos contra ellos mismos o contra otros hombres. Es pues la soberanía el pilar fundamental donde descansa el Estado; y este poder soberano es indivisible, y aunque radique en un hombre o en una asamblea de hombres, es tan grande como los hombres son capaces de hacerlo. Y para nuestro autor, las consecuencias de la falta de este poder ilimitado son peores debido a la naturaleza del hombre, pues podría significar la guerra perpetua de cada hombre con su vecino.


Es por esto que el pacto en el que los hombres depositan su soberanía individual para establecer un poder soberano, se convierte en el elemento más importante a través del cual el soberano puede gobernar, tomar las decisiones necesarias para lograr el objetivo primordial por la que se crea un Estado, que es el bienestar colectivo y el mantenimiento de la paz, y auque el Estado para Hobbes debe ser absolutista, otorga las bases que darán los elementos necesarios para la administración del Estado como lo conocemos hoy en día.


Basta con observar como están las cosas en este momento para comprobar que ni siquiera en una de las concepciones primigenias del Estado -aunque no menos importante-, el Estado mexicano no cumple con los requisitos mínimos para protegernos siquiera, de nosotros mismos.


---Alexred---







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