viernes, 9 de octubre de 2009

A confesión de parte...

Efectivamente, en México los datos muestran que la pobreza impactada por la crisis alimentaria, primero, y luego por la crisis económica, hizo que pasaran de 14 a casi 20 millones de mexicanos los que viven en lo que se llama pobreza alimentaria. Es decir, una condición tal que la familia no tiene ni siquiera los componentes necesarios para la alimentación de sus hijos
Felipe Calderón

Hace unas semanas comentaba con unos buenos amigos acerca de que al paso del tiempo, una prueba sobre la posibilidad de que efectivamente se hubieran robado la elección en el 2006 era que ahora estamos en posición de ver que no existe un programa de gobierno y mucho menos un proyecto de nación.

Me explico, después de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE) ratificó el resultado de las elecciones presidenciales, comenzaron los apuros del grupo que se haría del poder: primero asegurar la toma de protesta, después buscar la legitimidad para tratar de gobernar.

El primer objetivo se cumplió gracias a una negociación principalmente con el PRI pero con la participación pasiva del PRD el 1 de diciembre en el Congreso. El segundo objetivo se buscó inmediatamente con la famosa guerra al narcotráfico, que sacó al ejército a las calles y ha puesto al país entero en un estado de zozobra y violencia sin precedentes -situación que, puedo asegurar, si hubiera comentado en campaña dudo mucho que hubiera registrado una votación tan alta-.

Pronto se pudo observar que los múltiples compromisos obtenidos comenzaban a ser pagados y que las promesas de campaña -por las que mucha gente votó por Calderón- eran literalmente abandonadas. La responsabilidad de gobierno recayó en el círculo cercano al presidente sin tener alguna experiencia o trayectoria importante en las actividades en las que fueron asignados, y además se repartieron cargos importantes a los grupos que ayudaron durante la tan lamentable campaña presidencial.

Por otra parte, a pesar que muchos especialistas habían pronosticado una gran crisis a nivel internacional y los gobiernos se preparaban para paliar las consecuencias de ésta, aquí el discurso tanto del presidente como de los responsables del desarrollo de la economía hablaban de las bondades del sistema, de lo emocionante que se veía el panorama, del tan famoso catarrito, y, abiertamente, que el gobierno no tenía un plan específico, que esperarían a que el momento llegara para comenzar a tomar acciones, es decir, el mensaje parecía ser NO TENEMOS IDEA DE LO QUE HAY QUE HACER... y así ha sido.

Hoy, tenemos un presidente con un poder acotado, tanto por poderes reales como por poderes formales, un país hundido en una gran crisis económica, política, social, institucional y una economía con todos sus indicadores en picada.

Por eso la declaración hecha por el presidente debe indignar a toda la población, pues su sola mención indica que en los últimos tres años alguien no ha hecho su trabajo... y lo peor del caso es que él mismo lo ha confesado.

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